Los Archivos del Cardenal. José Zalaquett
Ya antes de estrenarse, Los archivos del cardenal provocó controversia, incluso al interior del mundo de la derecha. Algunos personeros de ese sector manifestaron aprensiones y otros defendieron la necesidad de que la TV aborde temas de alta relevancia ética.
Ahora que se ha exhibido el primer capítulo debo aclarar, antes de comentarlo, que integro el directorio de TVN, canal que produjo esta serie. Sin embargo, escribo como alguien que vivió de cerca la experiencia de defensa de los derechos humanos.
Comienzo por recordar cuán desafiante es hacer obras de ficción de alcance masivo sobre tragedias reales. Esto se ha intentado con éxito anteriormente. Maus, el libro de cómics de Art Spiegelman, que narra el Holocausto en imágenes donde los judíos son ratones y los alemanes son gatos, es el ejemplo más célebre de creativa superación de tal desafío. Su secreto consistió en una fidelidad básica con los hechos históricos, el uso de un medio de expresión capaz de llegar al gran público y una recreación del clima de zozobra de la época. Guardando las proporciones sobre los sucesos que evocan, creo que estas son, precisamente, las razones que hacen de Los archivos del cardenal una gran serie de televisión.
Por supuesto, no basta una buena idea para hacer ficción de calidad. Hace falta, además, una inteligente y rigurosa realización. El libreto de esta serie es fiel a lo acontecido y certero en lo que tiene de invención. Daniela Ramírez, la protagonista, posee esa rara capacidad actoral de comunicar un complejo de emociones (fragilidad, indignación, temor, determinación) con su mera presencia. La reproducción de época es impecable. La trama misma, si bien incorpora lo indispensable para alcanzar un amplio público, carece de truculencias.
Unas palabras sobre los alcances más profundos de este estreno de TVN: desde hace 20 años en nuestro país se esgrime la idea de "reconciliación nacional". Puede ser discutible si alguna vez hemos estado plenamente "conciliados", dado que nuestra historia social está tachonada de inequidades. Sin perjuicio de ello, como se sabe, nuestra convivencia llegó, décadas atrás, a una polarización política extrema. La resolución de la crisis fue seguida de graves violaciones de los derechos humanos. Así miradas las cosas, la reconciliación consistiría en profesar que, no obstante nuestras diferencias, todos somos titulares de derechos fundamentales y que los contrincantes políticos son adversarios, no enemigos.
Reconocer el pasado es un paso esencial en esta dirección. El propósito es reafirmar los valores transgredidos y la dignidad humana de toda persona, no validar las ideas de las víctimas ni de nadie. Significativamente, el acto de lanzamiento de esta serie congregó al ex Presidente Patricio Aylwin, a personeros del gobierno y de la oposición, a activistas de derechos humanos y a miembros de las Fuerzas Armadas. Monseñor Cristián Precht dijo en esa ocasión que la solidaridad es el puente entre el horror y la esperanza. Por esa razón, esta serie de TVN, inspirada en la Vicaría de la Solidaridad, promete nuevos avances hacia una genuina reconciliación nacional.
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