UN PAÍS DE "CUÑAS". Andres Rojo.
La fragilidad del entendimiento humano ha llevado a que la capacidad de comprensión por parte del público sobre el debate político sea cada vez más orientada por mensajes breves que no suelen explicar las posturas en conflicto. Esto es, en parte, por el progresivo predominio de las "cuñas" como método de comunicación política.
La cuña es, en términos periodísticos, la frase que se reproduce en voz de la propia fuente, que generalmente está limitada a la extensión de una oración y ratifica lo que dice el propio periodista, a modo de resumen de los planteamientos hechos por la persona entrevistada.
El problema de este método de comunicación -y que se repite en otros ámbitos de la vida en sociedad y en el resto del mundo- es que el nivel de profundidad que es posible de transmitir es mínimo. Es como si una persona pretendiera tener una opinión acabada sobre lo que ocurre a partir de la lectura exclusiva de los titulares de los periódicos. Eso no permite ni la más mínima argumentación y es un camino directo a la simplificación, la repetición de prejuicios escuchados casi de forma inconsciente y una banalización del debate y del pensamiento.
Es imposible pensar que, a estas alturas de la modernidad, sea posible encontrar en los medios de comunicación el espacio necesario para desarrollar de mejor forma el pensamiento, y más cuando parece imponerse la idea de que lo que no cabe en los 140 caracteres de Twitter no merece ser dicho.
Obviamente, esta idea es ridícula y merece una mayor atención por parte de las sociedades para luchar contra esta frivolización del pensamiento. Los países que avanzan son los que tienen la capacidad de mirarse a sí mismos, reflexionar y corregir, pero eso no es posible en la extensión de una cuña, un titular o un "tweet". Cuando el propio Presidente de la República exige que las informaciones que precisa para tomar decisiones no sean más extensas que una página, es que ya en todos los niveles de la sociedad campea la rapidez por sobre la información, y cuando la información requiere más de una frase o de una página, es necesario proporcionarle el espacio que necesita.
Se supone que estamos en la era del conocimiento, pero hay que dejar constancia que es un conocimiento apenas superficial, fácilmente engañoso y a la hora decisiva casi irrelevante por completo para poder tomar decisiones informadas. Si eso no cambia, terminaremos eligiendo a nuestras autoridades por la sonrisa que exhiben, como si el dentífrico fuera más importante que las ideas, y de hecho es posible que ya muchos votos se estén decidiendo con razonamientos similares. La inteligencia se nutre de información y sin lectura sólo queda una sensación, y además vaga e indefinida.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home