jueves, abril 07, 2011

Causas Medallas .Marta Canto

El principal problema en nuestro país en materia de políticas sociales tiene que ver con la dificultad del Estado para producir bienes sociales, y la incapacidad de los ciudadanos para organizarse y reclamarlos. Viene entonces a mis manos el famoso libro de Naomi Klein, ubicada por la revista Prospect en el número 11 entre los intelectuales más influyentes del mundo, denominado ”La Doctrina del Shock”.
 
En este libro se identifica a nuestro país como uno de los casos de estudio más relevantes a la hora de probar una hipótesis central: el neoliberalismo ha sido impuesto en sociedades que han sufrido violentas intervenciones radicales, ejercicios de fuerza militar y sicológica profundos, que han desgajado a sus ciudadanos de sus valores y convicciones, para reconfigurarles como una nueva realidad social, capaz de tolerar la brutal irracionalidad del nuevo modelo económico. Cabe hacerse la pregunta ¿Existen terapias que permitan a nuestra sociedad superar el shock neoliberal? .Al parecer no hay mejor remedio que la construción de organizaciones , capaces de alcanzar conquistas concretas, que aunque sean parciales, permitan mostrar que la movilización, la acción colectiva y social son las únicas herramientas capaces de devolvernos los derechos.
 
Si pudiéramos contar con recursos suficientes sería interesante realizar una prueba clínica para probar esta sospecha :¿Están los jóvenes chilenos inmunes al shock pinochetista, después de 25 años? Si es así, tal vez radique en ellos la llave de los cambios que las generaciones anteriores parecen haber resignado.
 
Pero esta posibilidad a lo mejor es demasiado optimista. Los movimientos estudiantiles de hoy parecen carecer, hasta ahora, de la proyección y capacidad política para concretar la agenda de cambios que han construído. No se trata de su propia responsabilidad, en absoluto. Lo que parece ocurrir es que ha cambiado la práctica organizativa de nuestra sociedad. Las experiencias asambleístas, las vocerías revocables,y la lógica horizontal de sus organizaciones les ha evitado caer en los vicios del partidismo ciego y sectario que afectó a los movimientos sociales del pasado. Pero, por otra parte les impone una lógica espontaneísta y desinstitucionalizada,lo que conlleva algunos límites importantes a la hora de evaluar el impacto de las movilizaciones.
 
Las últimas manifestaciones sociales han sido convocadas por una ciudadanía, carente de cauces tradicionales, donde los ciudadanos se han auto convocado a través de las redes sociales. Hoy en día asistimos a la crisis de los sistemas de organización colectiva tradicionales a la vez que a una profusión de movilizaciones espontáneas para las cuales la inmediatez y poder de difusión que proporciona Internet son decisivos.
 
Además, gracias a la red, el apoyo a causas se está generalizando y llega a una cantidad importante de usuarios. Sin embargo, estas a veces se limitan a cumplir una función identificativa de los ideales y personalidad del individuo que las secunda.
 
Estamos hoy en condiciones de afirmar que nuestro sistema democrático es capaz de construir espacios y estructuras representativas, capaces de concretar en marcos legales y exigibles las demandas sociales.Difícil respuesta. Sin embargo, hoy es mal visto apelar a la necesidad de institucionalizar los movimientos sociales, por lo que no se suele reflexionar sobre las posibilidades de construir un nuevo tipo de institucionalidad social, que supere la lógica delegativa y sectorialista del pasado. Entonces, surge la pregunta ¿Qué aporta hoy la sociedad civil,por ejemplo , a un tema tan sensible como es la reconstrución post terremoto y maremoto?. Los efectos del terremoto han puesto a prueba el capital social acumulado por Chile, al que se le ha exigido un despliegue a una escala desbordante. Y la ciudadanía, ha respondido, pero en un escenario dificultoso, que no refleja confianza ni apoyo a su especificidad.
 
Cada vez más, es urgente la necesidad de articulaciones sociales consistentes y coherentes con un modelo de sociedad, que permitan fortalecer la presión ciudadana y disminuya la emergencia de alternativas político populistas. Debemos mirar en serio, lo que nos está ocurriendo internamente. Tenemos partidos políticos, que no están siendo catalizadores de demandas ciudadanas, presentan liderazgos débiles en cuanto a ideas y propuestas, una Iglesia Católica que hoy atraviesa por un momento muy difícil, de credibilidad ante la opinión pública y que para la gran mayoría de nuestros compatriotas es o era fuente de imagen y soporte espiritual y un liderazgo gubernamental cuestionado, poco empático de las mayorías, donde el sello de excelencia, pareciera ser mas bien el sello de lo individual, del Winner, más que de lo colectivo. Creo que hoy estamos ante un tremendo desafío y por lo tanto frente a  una nueva causa, de las llamadas causas-medallas, es decir aquellas suelen convertirse en una mera ayuda a la identificación de los ideales y personalidad del individuo que las secunda.
 
 * Lic. en Ciencias Políticas y Administrativas. Magíster © en Gobierno y Políticas Públicas. Administrador Público.  Secretario  General Instituto Jorge Ahumada.
El Post.