jueves, marzo 17, 2011

Escuchar a los ciudadanos. Claudio Arriagada.

LO QUE HA ocurrido en la comuna de La Florida nos deja profundas lecciones que sólo desde un enfoque democrático pueden abrirnos caminos hacia el futuro.
Desde el punto de vista de la representación, la elección de un alcalde, de un concejal, de un diputado y también de un presidente, es esencialmente un ejercicio de delegación de poder hacia una persona que representa ideas, programas, valores, propuestas.
En una elección de esta naturaleza, el ciudadano ejerce su derecho a votar delegando su representación en una persona que ejercerá un cargo de poder, y desde ese cargo impulsará lo que ha prometido a sus electores realizar no individualmente, sino que desde la institución de poder a la que fue elegido y sobre la base de una institucionalidad que implica dirigir a grupos de personas que ejercen diferentes funciones.

Aun en el caso de una persona que se presenta como independiente, esta lógica antes expuesta es, esencialmente, la misma. En el caso de la elección de un alcalde (función de poder unipersonal), esta delegación de representación se acentúa.

Para quienes ejercen estas labores, la ética de servicio público en general, y de fuerte relación con sus electores, son las bases o estándares para evaluar o cuestionar la calidad de la representación.
Si un alcalde renuncia, lo que se produce es un vacío en la representación de la función y ello implica necesariamente buscar el camino que permita a los ciudadanos pronunciarse en una nueva votación. La sustitución por una vía indirecta, como es el caso de un pronunciamiento por medio del voto de los concejales, no sólo desvirtúa esa representación delegada, sino que también genera múltiples ambiciones que tienden a distorsionar la calidad de la elección que se pretende. Pero lo más grave es que se distancia al ciudadano de la posibilidad de elegir.

Una elección directa por votación universal también está expuesta a que se generen nuevas correlaciones electorales, políticas y de otro orden. Así también nuevas alianzas. Sin embargo, la diferencia cualitativa es que se fortalece el mecanismo esencial de todo sistema de democracia representativa, que es la participación del ciudadano.

Por otra parte, la institucionalidad municipal es permanente, no se somete a cambios ni siquiera en los procesos electorales. Esto implica que en situaciones como la que vive La Florida, esa institucionalidad continúa operando, por cierto en términos excepcionales, y que no se puede mantener eternamente. Sin embargo, en absoluto se puede esgrimir como argumento para impulsar un tipo de designación que carece de legitimidad democrática.

Los partidos políticos deben escuchar el sentir de la comunidad. Esta opta siempre por mecanismos donde puedan participar directamente, más allá de lo complejo que pueda resultar.
Pero no sólo los ciudadanos son los interesados en resguardar principios republicanos. El senador Carlos Bianchi ha mostrado interés en normar este tipo de situaciones como respuesta al deseo de los electores de las distintas comunas del territorio nacional. Lo que se espera es que aquellas iniciativas que surjan en resguardo de la soberanía popular, logren, urgentemente, dar solución a dicho conflicto.