sábado, julio 17, 2010

Sobre la centralidad en la política. Marta Canto, Ignacio Balbontin.

Estimado Camarada Gonzalo Wieland :
En estos días hemos leído atentamente su carta y los comentarios sobre el discurso de Mariano Fernández en la Junta Nacional y también lo señalado por la camarada Mariana Aylwin, quien expresa “Nuestra defensa de la dignidad humana y la lucha por la justicia nacen de nuestras raíz cristiana y se expresa en nuestra profunda vocación democrática, la más sólida que puede exhibir partido alguno en nuestra historia contemporánea. Hoy podemos coincidir con la izquierda en ellas, pero no siempre ha sido así.
Por último, ¿por qué querer ser más izquierdistas que la izquierda? De este modo abandonamos a la gente que debiéramos representar...y seguimos perdiendo votos” expresa.

El debate pierde profundidad cuando se cae sólo en nominalismos: centros, izquierdas o derechas. Queremos dejar en claro lo que es la centralidad política, tal como lo expresara el candidato a la presidencia de la DC, Mariano Fernández en la Junta Nacional quien señala claramente “Nuestro futuro se constituye a partir de lo que hacemos hoy. Nuestro primer desafío como partido es recuperar la centralidad en la política chilena, pues actualmente nos dirigimos peligrosamente hacia la periferia del sistema político. Ahí tenemos el verdadero desafío de recuperar el protagonismo para que nuestras ideas, principios y programas graviten en el futuro político de Chile”.

La centralidad en la política consiste en darle a ésta, democráticamente, la hegemonía por sobre las otras dimensiones de la sociedad, en su condición de actividad superior en razón del bien común. Esto significa que sus decisiones deben predominar sobre el mercado y no como sucede actualmente, donde el sistema político, es decir la Constitución que nos rige, no tiene plena legitimidad de origen y plena representatividad proporcional, debido al binominalismo.

El Quinto Congreso aprobó, por unanimidad, promover una nueva Constitución, precisamente para terminar con las barreras de entrada que tiene el sistema político, respecto de la sociedad. En las discusiones previas a esta decisión, el camarada Ignacio Walker descalificó a quienes sostenían la necesidad de luchar abiertamente por una nueva carta con respaldo nacional y popular. Esto es, precisamente, oponerse a la centralidad de la política.

Dado lo anterior, quienes apoyamos a Mariano Fernández no buscamos un centro anodino, oportunista o zigzagueante. No se trata de "protagonismo mediático" sino de constituirnos nuevamente en ejes de una mayoría nacional y popular.

En los acuerdos del V congreso las bases de nuestro partido nos pidieron reencontramos con nuestros valores y principios y enmendar el rumbo. Nos hacemos eco de los grandes anhelos de justicia. La última encuesta Casen, el salario mínimo, el lucro indebido en la educación, la jibarización de la educación superior pública, la situación cada día más angustiosa y precaria de la mujer jefa de hogar, el abuso con los/as trabajadores/as del comercio; el abandono de los pequeños y medianos emprendedores en contraposición con el fortalecimiento de los conglomerados económicos por citar sólo algunos, forman la larga lista de temas pendientes en el Chile de Hoy.
Los testimonios de San Alberto Hurtado y el Cardenal Raúl Silva Henríquez en la defensa de los trabajadores, la vida y la justicia, no pudieron ser acallados por los sectores conservadores de la sociedad chilena. Hoy día pretenden lo mismo al descalificar al presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Goic, cuando pide un salario ético y lo acusan de no saber de economía, también cuando satanizan como izquierdistas a quienes promueven mayor igualdad y justicia social.

El Chile de hoy requiere de escuchar a las personas en sus distintas visiones y respetarlas en sus diferentes creencias y pensamientos. Somos un Partido Pluralista y Pluriclasista que necesita superar la endémica distancia entre el mundo social y el mundo político. La experiencia nos muestra que en Chile no es posible alcanzar los grandes objetivos democratizadores y de justicia social que la gran mayoría de la nación anhela, sin consolidar antes “la unidad política y social del pueblo”. Esta unidad no se puede entender sólo como un pacto entre partidos, sino como la construcción de una coalición por los cambios, que incluya a gran parte de la sociedad civil organizada, con el fin de alcanzar metas de progreso económico, de superación de las desigualdades y de construcción de un Estado capaz de garantizar, en forma cada vez más extensiva y exigible, los derechos de la ciudadanía. Esta unidad debería entenderse como algo más ambicioso que un pacto entre cuatro partidos. Se trata de recrear una articulación entre partidos y movimientos sociales, que permita ampliar los límites de la institucionalidad heredada.

Finalmente decir, que quienes han demostrado vocación democrática y cristiana, y adhesión a valores intransables como el respeto a la vida y los derechos humanos, como por ejemplo varios integrantes de los firmantes de la carta de los 13, que hoy apoyan esta candidatura y muchos y muchas camaradas de Norte a Sur, que quieren redescubrir el alma de Chile, construyendo liderazgo social sienten, que para robustecer el sentido de pertenencia de lo que es ser un democratacristiano, se requieren hechos concretos y no sólo palabras.

Constatamos, por el contrario, una sociedad tremendamente injusta y donde la desigualdad social alcanza niveles escandalosos, como lo han señalado repetidamente los obispos de Chile. Es más, de acuerdo con reiterados estudios de diversos organismos internacionales, nuestro país aparece entre las naciones con peor distribución del ingreso en el mundo.

Como cristianos tenemos pues, que sentirnos especialmente interpelados por la parábola del rico y del pobre Lázaro: “Había un hombre rico que se vestía con ropa finísima y que cada día comía regiamente. Había también un pobre, llamado Lázaro, todo cubierto de llagas, que se tendía a la puerta del rico y que sentía ganas de llenarse con lo que caía de la mesa del rico y hasta los perros venían a lamerle las llagas” (Lucas 16; 19-21)

No sabemos si Lázaro se ubicaba al centro, en la centro izquierda , o en el centro de la centro izquierda de la puerta del hombre rico, pero si sabemos que él habitaba el corazón del creador. Éste dijo que sería más fácil que pasara un camello por el ojo de una aguja, que un rico al reino del Señor.

Fraternalmente,

Ignacio Balbontín Arteaga. y Marta Canto Castro.