Necrofilia ideológica. Por Moisés Naím. Aporte de Guillermo Venegas
Editor jefe de la revista norteamericana Foreign Policy.
La necrofilia es la atracción sexual por cadáveres. La necrofilia ideológica es el amor ciego por ideas muertas. Resulta que esta patología es máscomún en su vertiente política que en la sexual. Encienda su televisiónesta noche y le apuesto que verá a algún político apasionadamente enamorado de ideas que ya han sido probadas y han fracasado. Como todas, esta patología tiene casos más leves, y hasta cómicos, y otros más extremos y peligrosos.
Tomemos a los seguidores de Mao,por ejemplo. Durante más de medio siglo, la Revolución Cultural entusiasmó a millones de seguidores en todo el mundo. Ya conocemos losresultados. El Partido Comunista Chino emitió en 1981 su diagnóstico final sobre la gestión de Mao: “Cometió errores de enorme magnitud y larga duración”. Unos 55 millones de chinos pagaron con su vida los “errores” de Mao. En vista de todo esto, cabría suponer que el maoísmo es una ideología muerta. Pues no.
En Nepal, por ejemplo, hace tan solo dos años el Partido Maoísta consiguió los votos para tener gran peso en el Parlamento y llegó a controlar temporalmente el poder. En India, a finales de 2004, se anunció la creación del Partido Comunista (maoísta) como resultado de la fusión de tres agrupaciones políticas con un objetivo común: derrocar al Gobierno.Pero no es solo el maoísmo.
Hay líderes que veneran ideas económicas que ya se probaron en sus propios países, con trágicas secuelas de atraso, miseria y corrupción. En Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, por ejemplo, es sabido que los funcionarios bien formados y capaces de desempeñar su trabajo con eficiencia y honestidad son muy escasos. Sin embargo, cada vez que nacionalizan empresas, las ponen en manos de burócratas que no tienen ni la más remota idea de cómo gestionarlas. Su amor por las ideas muertas es más poderoso que las pruebas que les llegan a diario de cómo ese amor le está haciendo daño a su país.
La necrofilia ideológica no solo afecta a las izquierdas. También es fácil encontrarla entre los fundamentalistas del libre mercado. Ni siquiera el cataclismo económico que estamos viviendo les hace cuestionar su convicción de que los mercados son eficientes, tienden naturalmente al equilibrio y que, por ello, la intervención de los Gobiernos para estabilizar las economías es innecesaria o contraproducente.
El amor es ciego y el amor por ideologías que además ayudan a mantenerse en el poder no es solo ciego, sino también muy conveniente.
En el fondo, los necrófilos políticos aman más el poder que las ideas con las que manipulan a sus ingenuos seguidores
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