jueves, abril 29, 2010

El Colegio de Profesores: Una nueva oportunidad de cara al Bicentenario.Osvaldo Verdugo

En la última década nuestra organización ha experimentado una crisis integral que ha dañado profundamente tanto su institucionalidad como su interlocución con el gobierno, la sociedad, los profesores(as) y la comunidad educativa.
El déficit de propuestas sobre educación de calidad para todos(as), la pérdida permanente de cotizantes, el excesivo corporativismo que nos ha aislado del bien común, el conflicto y fracaso permanente, el debilitamiento de la matrícula en el sector municipal, entre otros hechos, han desnudado con fuerza cuatro crisis que debemos enfrentar y resolver como una nueva oportunidad y compromiso con la educación.
1° CRISIS: De Representación
A finales de la década de los 90 se generó un proceso de baja de cotizantes y participación en nuestros eventos electorales. Hoy predomina en nuestro colegio una mayoría de educadores(as) provenientes de la educación municipal, mientras que los profesores (ras) de la educación particular subvencionada y particular pagada no cotizan ni participan; ¡Digámoslo francamente, representamos a un tercio del magisterio chileno! Esto nos demanda el desafío de desarrollar una política dirigida a dichos sectores que motive a los profesores(as) de todo el sistema educativo, sobretodo a los más jóvenes, es decir, un desafío que genere un nuevo relato que interprete la nueva realidad y vida cotidiana de los profesores(as) chilenos(as) en sus salas de clases, en los consejos de profesores(as), sus demandas, sus visiones pedagógicas y curriculares, entre otros aspectos.....
2° CRISIS: De Gorbenabilidad
Otra tendencia es que hemos transitado de un gobierno de mayorías – que gozaban de reconocimiento y respeto – a gobiernos de minorías, los que no se hacen responsables de las prácticas gremiales ni políticas. Estos llevan a cabo una práctica de autovictimización convirtiéndose en víctimas tanto del modelo neoliberal, como del gobierno, de la opinión pública e incluso de padres y alumnos, llevando a la práctica su característica primordial: traspasar la responsabilidad política a los profesores(as) de “base”. Por lo tanto, son ellos, los que se equivocan y no los dirigentes quienes ceden el poder de decisión a ellos en primer lugar, dejando de manifiesto su carácter de minoría al no asumir la conducción y ejercer la soberanía que los profesores de “base” les depositaron.
Los dirigentes sociales, sindicales y políticos en todos los ámbitos de acción, somos demandados a representar a quienes depositan democráticamente su confianza y soberanía a través del voto.
Si en nuestras próximas elecciones – 8 de octubre del presente- ninguna lista obtiene una mayoría absoluta, es deber de la primera mayoría relativa construir una alianza con los más cercanos – compartiendo objetivos, contenidos y métodos -para hacer un gobierno de mayoría tanto en el Ejecutivo, como en el Directorio Nacional y, por sobre todo, en la Asamblea Nacional, como máxima expresión de nuestra soberanía popular.
Esto es lo que exige la responsabilidad política y gremial.

3º CRISIS: Toma de Decisión

La crisis de representación y de gobernabilidad se refleja al trasladar la capacidad de ejercer la soberanía, hay que tener el coraje de tomar decisiones y asumir sus consecuencias. Lamentablemente se deja a las “bases” la decisión final, generando un “lavado de manos” y se le otorga responsabilidades a quienes no fueron elegidos para aquello. El “basismo” es el signo de la irresponsabilidad política y debemos asumir la actitud valiente de que el dirigente tome la decisión. Cuando se llama a paro ¡se negocia y/o se llega a acuerdo!, asumiendo el costo y beneficio de todo proceso de esta naturaleza..

4° CRISIS: Financiera

Nuestra organización es más pobre que hace 10 años -sin considerar los efectos del terremoto y maremoto- ¡esta es la verdad aunque nos duela!. Debemos asumir esta realidad y generar una autonomía institucional transparente. Debemos tener nuestra propia posición frente al estado, el gobierno, los partidos y la opinión pública de tal modo de elevar nuestra capacidad de representación y lograr nuevamente más cotizantes para fortalecer la organización, sancionando las irregularidades, el nepotismo y el tráfico de influencias.
Estas cuatro crisis deben ser superadas concientemente para restaurar la institucionalidad y tener una convivencia democrática, respetuosa y tolerante, donde la discrepancia no es un delito, sino una fortaleza.
Estamos frente a una potente oportunidad para dar sentido y gobernabilidad al magisterio chileno en el próximo tiempo. Para ser un actor relevante, respetado, de peso, con representación mayoritaria y capacidad de propuesta en el debate y agenda educacional de cara al siglo XXI.
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