viernes, marzo 05, 2010

La derecha no podrá concentrar el poder. Víctor Maldonado

El movimiento se prueba andando
Una cosa es lo que uno pudiera desear que pase con un gobierno que se inicia, y otra cosa bien diferente es constatar las señales que sus personeros dan y que prefiguran lo que se puede esperar de él.
Por un lado, quien quiera lo mejor para su país debe esperar que a una nueva administración le vaya bien porque, de otro modo, todos pagarían las consecuencias de que así no fuera.
Por otra parte, ya se puede constatar un cierto cansancio colectivo de la larga letanía a la que se han entregado los medios de derecha sobre las virtudes y posibilidades que se atribuye al gabinete nominado. En política no gobiernan ni los curriculum, ni los antecedentes previos. Lo que importa es lo que se hace. Por eso a un gobierno no hay que presuponerlo, sino que hay que esperar a que se mueva.....
Ya todo lo que había que decir fue declarado por Allamand. Este senador, no ha podido evitar referirse al gabinete señalando que los nuevos subsecretarios deberían compensar las "falencias" políticas de los ministros recién designados.

Por cierto que ante la confesión de parte, se pueden relevar las pruebas. Lo cierto es que el gabinete nos ha mostrado uno de los hechos que mayor importancia tiene para la Concertación. Ocurre que la centroizquierda siempre consideró que lo que justificaba su permanencia en el gobierno era que, de no asegurar su continuidad, la derecha concentraría todo el poder: el económico, el comunicacional y –ahora- el político. De ello sacaba una conclusión bastante arriesgada y contraproducente, a saber, que si se perdía la elección presidencial, la derecha permanecería en el poder por varios períodos.
Puede que este tipo de razonamiento sea motivador en plena campaña, pero es seguro que ocurre exactamente lo contrario inmediatamente después que se pierde la elección.

Sin embargo, la realidad es bastante más compleja que las simplificaciones excesivas. Lo cierto es que la derecha no es homogénea en su representación política. No es lo mismo la UDI que RN ni en cada partido sus integrantes opinan lo mismo. Por el contrario, las opciones de política al interior de la Alianza no dejan de ser relevantes.
Pero lo más significativo es que la derecha económica es también diferente a su par político. Distintos énfasis, intereses y modos de enfrentar la gestión pública se pueden verificar sin un gran esfuerzo.

Por cierto, en el gabinete están todos estos sectores representados. Pero no lo están en igual proporción. Lo que predomina es el personal extraído de las grandes empresas, sin experiencia previa en el sector público y ligados de una u otra forma al presidente electo en su rol empresarial.

Un gabinete sin equilibrio

Pareciera claro que Piñera ha privilegiado el verse rodeado por ayudantes ejecutivos antes que por personas que puedan hablarle con alguna posibilidad de sostener puntos de vista personales ante el Presidente. Eso lo harían políticos con experiencia y peso específico, pero no es eso lo que encontramos en el equipo de La Moneda.
Lo más parecido a figuras políticas de primera línea son Lavín y Ravinet. Pero el primero fue enviado a un ministerio sectorial que tendrá que lidiar con fuertes conflictos y problemas que lo mantendrá concentrado en su ocupación específica.

Tampoco Ravinet tiene posibilidades de realizar algún tipo de equilibrio de visiones. Un líder de la derecha puede entrar en conflicto con el Presidente y volverá a su entorno natural en su partido y en su coalición. Pero eso no le ocurre al ex concertacionista, porque si sale de su puesto se va a la nada y eso reduce bastante su influencia.
La derecha política quiso enviar al gabinete a sus principales figuras y Piñera expresamente lo evito. No están Longueira, ni Alllamand, ni Espina. Lavín no está en La Moneda. En este sentido Piñera esta “solo” y sin sombra de contrapeso. Eligió personas que son una extensión de él mismo y que valen por su vinculación con él. Se ha privilegiado la incondicionalidad de los asistentes, frente al juicio crítico e independiente y con vuelo propio de los mejores jefes de cartera.

Esta elección tiene sus ventajas, puesto que evitará conflictos entre pares y seguirán las instrucciones presidenciales, sin rechistar. Pero también tiene limitaciones evidentes como la nada despreciable evidencia de que Piñera es uno más de los que carece de experiencia en gestión de gobierno y ha escogido a otros a los que les ocurre lo mismo para secundarlo en la primera línea. Con ello se ampliará en varios meses el período colectivo de aprendizaje, y si –como es casi seguro- Piñera tenderá a meterse en todo, los ministerios con frecuencia se inclinarán por esperar la instrucción directa, antes que a adelantar sus propias iniciativas.
Se anunció que la designación de subsecretarios conseguiría un equilibrio para compensar la excesiva inclinación empresarial de los ministros. El solo hecho de que algunos piensen que tal cosa es posible en la administración pública, ya muestran un desconocimiento notable del funcionamiento del Estado. Pero, aún suponiendo que ello fuera viable, hay que concluir que tampoco se trata de un intento bien logrado, si tal fuera la intención. La verdad es que la segunda línea duplicó las tendencias predominantes de lo que ya se había hecho.

El desconocimiento del Estado

Tiene esto, además, una consecuencia obvia y es que el tiempo necesario para que el equipo de gobierno se afiate en sus puestos se ampliará en varios meses. Aún considerando que la incorporación de derrotados candidatos a diputado por parte de la UDI es un buen gesto, el tono general siguió siendo el mismo. Si estuviera presente mayor experiencia política, las cosas serían distintas. Pero no fue ese el camino escogido.
Por eso me inclino a pensar que el próximo gobierno evitará un cambio de personal pronunciado desde la tercera línea de mando hacia abajo. Simplemente no puede hacerlo a no ser que quiera cometer errores de envergadura, por simple ignorancia o el exceso de autoconfianza que acompaña casi siempre la falta de experiencia.

En fin, lo que no está para nada claro es la capacidad del nuevo gobierno de llegar a acuerdos en el parlamento. Habrá primero que ver cuales intereses específicos son los que quiere representar. Habrá que ver cuanto de estos intereses quieren y pueden ser representados por los partidos de la propia derecha. Habrá que ver la confluencia de posiciones con la Concertación o si se intentará dividirla. Habrá que ver qué sentido de urgencia se le pone al intento de llegar a acuerdos en las primeras cruciales semanas.
Da la impresión que se subvalora el Estado mismo y sus complejidades. Es como si se creyera que basta la preparación profesional y las ganas de despejar los obstáculos para que las cosas se realicen.

Por eso, el diagnóstico inicial de la Concertación se está mostrando particularmente inadecuado para la realidad de la derecha, ahora, al inicio de su gobierno. No entra un grupo homogéneo, compacto y que representa los mismos intereses, valores y preferencias. Más bien las diferencias son significativas en su interior. Y no hay mejor oportunidad para que las diferencias se expresen que con el ejercicio del poder.
Las consecuencias son bien importantes. Lo más revelador han sido las declaraciones del presidente del senado, Jovino Novoa, quien ha dicho que si lo hacen bien podrán gobernar “por ocho años”.

Si alguien quisiera expresar mejor lo que caracteriza este momento político, difícilmente podrían decirlo mejor. Venimos de un período de 20 años de Concertación, y ahora resulta que hacerlo bien permite gobernar 8 años. Esto quiere decir que la derecha sabe que ganar depende de gobernar bien y empieza a tener conciencia de las dificultades de conseguir hacerlo.
Implica también que los ciclos se acortan. Significa, además, que lo más probable es que no entremos en ningún ciclo de predominio indiscutido y perdurable de ninguna coalición. Que todos se tendrán que preparar para el gobierno como para la oposición. Porque ambas cosas serán igualmente posibles en la próxima elección presidencial.
[+/-] Seguir Leyendo...