EN HOMENAJE AL 21 DE MAYO, CARTA ABIERTA A MARCO ENRÍQUEZ-OMINAMI.
En homenaje al 21 de mayo,carta abierta a Marquito, el hijo de la mesa servida…Marco Enríquez-Ominami, un poco mayor de treinta años, hijo biológico de Miguel Enríquez, aquel chileno principal dirigente del MIR, movimiento político acérrimo contradictor del Presidente Allende y del Gobierno de la Unidad Popular (conducta política para mi de triste y recuerdo, por decirlo elegantemente… lo menos), muerto por los agentes de la dictadura de Pinochet y la derecha chilena, tiros de por medio que hablan de combate defensivo, no más que eso y por cierto lamentable, doloroso.
Este muchacho, hijo adoptivo de Carlos Ominami (actual militante y senador por el Partido Socialista de Chile que todavía oficia de vicepresidente de mi Partido por decisión congresal de hace algún tiempo atrás) decidió al parecer por sí y ante sí ser candidato a la Presidencia de la República de Chile.
Este ciudadano de nuevo tipo o de tipo nuevo, que oficia de diputado socialista y que según ciertas encuestas irrumpe poderoso “La Noche” de por medio en la contienda electoral, que nos saca la lengua en Las Últimas Noticias, que nos deleita paseando sin corbata, pelo al viento y a pata pelá en una playa del litoral y que para que no nos quede ninguna duda de la “novedad del año” nos dice que en su Staff está un tal que no es tan tal, Rodrigo Danus, hoy un millonario de la reconversión del carbón y de otras yerbas y nomás ayer el jefe del G-57 (los brutales fachos universitarios ochenteros); y, por si fuera poco, Paul Fontaine, el hombre detrás de su proyecto económico para Chile, desde donde nos propone -entre otras joyitas- privatizar Codelco, Enap, el Banco Central y flexibilizar el laburo para que los empresarios determinen el crecimiento y el desarrollo nacional. Ni los milicos se atrevieron a tanto, es cierto, como dicen algunos amigos míos que saben de trabajo, economía y de milicos, como leí hoy en la web partidaria.
Tengo que decirlo, sin ningún prejuicio de por medio, sólo por la racionalidad y por el amor incondicional con la causa democrática chilena y socialista: este muchachón no me gusta.
Lo nombro “muchachón” por no decirle “muchachín” que no es lo mismo, por la licencia que me doy ante mi mismo para identificarlo por mis años socialistas que disfruto tanto o más que los otros. Me asigno ese derecho y a decirlo con entusiasmo por este medio tecnológico y luego, si es necesario, por todos los que se pongan por delante cuando del honor socialista se trate; cuando de la responsabilidad política y militante de verdad se trata, no la de los aparecidos; cuando del bien superior de la democracia reconquistada se trata mierda frente al oportunismo, a la frivolidad o de la traición política se trata, como la que ya conocimos hace algunos meses y días atrás, tan llena primero de colorines y de flores después, en este caluroso otoño chileno que termina.
Cuando hoy a un pajarito como este, que llega de Paris cuando la mesa chilena ya estaba armada y bien servida por los carpinteros de la democracia, que ya no como pajarito sino como chorito de cuarta le gusta tirar del mantel a ver que pasa se le avala, aplaude y revolotea desde la paternidad asumida para renegar de los sagrados deberes institucionales, como lo hace el papi para defender lo indefendible y de paso hacer el ridículo, al decir de Carlos Peña el domingo pasado.
Cuando esto para mi tan pendejillo de ambos personajes se refleja en las encuestas de la derecha, no me gusta. El punto es porqué llego a esta conclusión. Hay varias razones. Veamos.La primera es la siguiente y no por la fuente sino por lo asertiva en el tiempo y el espacio en que le tocó vivir, sonar y trascender. Aunque cuando lo dijo no la agarrara mucho. Es una vieja y sabia monserga de un viejo comunista y literato que murió de viejo hace poco tiempo atrás en nuestro Santiago de todos los días, Volodia Teitelboim.
Este viejo, tan homenajeado tardíamente en democracia al final de sus días, ayer, en la plenitud de sus mandos, le pontificaba o reprochaba a más de alguno en la realidad chilena de su tiempo allendista: de tanto de ir hacia la izquierda se termina en la derecha.
¿Qué te parece Marquito?
Continuará…
Enrique Norambuena Aguilar
Socialista chileno más que la cresta
Santiago de Chile, 20 de mayo de 2009
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Este muchacho, hijo adoptivo de Carlos Ominami (actual militante y senador por el Partido Socialista de Chile que todavía oficia de vicepresidente de mi Partido por decisión congresal de hace algún tiempo atrás) decidió al parecer por sí y ante sí ser candidato a la Presidencia de la República de Chile.
Este ciudadano de nuevo tipo o de tipo nuevo, que oficia de diputado socialista y que según ciertas encuestas irrumpe poderoso “La Noche” de por medio en la contienda electoral, que nos saca la lengua en Las Últimas Noticias, que nos deleita paseando sin corbata, pelo al viento y a pata pelá en una playa del litoral y que para que no nos quede ninguna duda de la “novedad del año” nos dice que en su Staff está un tal que no es tan tal, Rodrigo Danus, hoy un millonario de la reconversión del carbón y de otras yerbas y nomás ayer el jefe del G-57 (los brutales fachos universitarios ochenteros); y, por si fuera poco, Paul Fontaine, el hombre detrás de su proyecto económico para Chile, desde donde nos propone -entre otras joyitas- privatizar Codelco, Enap, el Banco Central y flexibilizar el laburo para que los empresarios determinen el crecimiento y el desarrollo nacional. Ni los milicos se atrevieron a tanto, es cierto, como dicen algunos amigos míos que saben de trabajo, economía y de milicos, como leí hoy en la web partidaria.
Tengo que decirlo, sin ningún prejuicio de por medio, sólo por la racionalidad y por el amor incondicional con la causa democrática chilena y socialista: este muchachón no me gusta.
Lo nombro “muchachón” por no decirle “muchachín” que no es lo mismo, por la licencia que me doy ante mi mismo para identificarlo por mis años socialistas que disfruto tanto o más que los otros. Me asigno ese derecho y a decirlo con entusiasmo por este medio tecnológico y luego, si es necesario, por todos los que se pongan por delante cuando del honor socialista se trate; cuando de la responsabilidad política y militante de verdad se trata, no la de los aparecidos; cuando del bien superior de la democracia reconquistada se trata mierda frente al oportunismo, a la frivolidad o de la traición política se trata, como la que ya conocimos hace algunos meses y días atrás, tan llena primero de colorines y de flores después, en este caluroso otoño chileno que termina.
Cuando hoy a un pajarito como este, que llega de Paris cuando la mesa chilena ya estaba armada y bien servida por los carpinteros de la democracia, que ya no como pajarito sino como chorito de cuarta le gusta tirar del mantel a ver que pasa se le avala, aplaude y revolotea desde la paternidad asumida para renegar de los sagrados deberes institucionales, como lo hace el papi para defender lo indefendible y de paso hacer el ridículo, al decir de Carlos Peña el domingo pasado.
Cuando esto para mi tan pendejillo de ambos personajes se refleja en las encuestas de la derecha, no me gusta. El punto es porqué llego a esta conclusión. Hay varias razones. Veamos.La primera es la siguiente y no por la fuente sino por lo asertiva en el tiempo y el espacio en que le tocó vivir, sonar y trascender. Aunque cuando lo dijo no la agarrara mucho. Es una vieja y sabia monserga de un viejo comunista y literato que murió de viejo hace poco tiempo atrás en nuestro Santiago de todos los días, Volodia Teitelboim.
Este viejo, tan homenajeado tardíamente en democracia al final de sus días, ayer, en la plenitud de sus mandos, le pontificaba o reprochaba a más de alguno en la realidad chilena de su tiempo allendista: de tanto de ir hacia la izquierda se termina en la derecha.
¿Qué te parece Marquito?
Continuará…
Enrique Norambuena Aguilar
Socialista chileno más que la cresta
Santiago de Chile, 20 de mayo de 2009
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