miércoles, abril 29, 2009

Un sueño para Chile . Eugenio Tironi


A raíz de la nominación de Sebastián Bowen, un sociólogo de 27 años que fuera director social de Un Techo para Chile, como cabeza ejecutiva de la campaña presidencial de Eduardo Frei, se ha destacado la audacia de este último, así como la astucia de sus asesores, por una "movida" que pilló por sorpresa a toda la clase política y que ataca de frente lo que se supone es su mayor debilidad: que no representa sino "más de lo mismo". A partir de esta lectura, la atención se ha puesto en cómo reaccionarán los partidos, y si acaso Bowen no terminará manipulado por sus líderes tradicionales, fagocitado por la seducción del poder, o expulsado por la burocracia de los partidos.

Pero hay otra manera de interpretar lo que está ocurriendo. No, como es habitual, desde el punto de vista de la clase política, sino desde la perspectiva de la nueva generación que está tras este y tantos otros Bowen.

Ésta no es una figura inventada, fruto de un accidente, o carente de experiencia. Tal enfoque revela los patéticos estereotipos que construimos para excluir a los jóvenes de puestos de responsabilidad. Bowen lleva más de cinco años ejerciendo una posición de liderazgo en una organización que en once años ha construido 35 mil mediaguas, y planea edificar 10 mil soluciones habitacionales definitivas de aquí al Bicentenario. Cuenta con 220 profesionales contratados y tres mil voluntarios permanentes, y en su corta vida ha movilizado 150 mil voluntarios. Está extendida a doce países latinoamericanos, y sumando las donaciones y los proyectos administra cerca de 220 millones de dólares. ¿Se puede hablar, entonces, de que los que dirigen o han dirigido una organización de estas dimensiones carecen de experiencia y liderazgo en materias técnicas, políticas o económicas?

Un Techo para Chile no es único. Hay muchos otros emprendimientos sociales parecidos, aunque no de la misma envergadura. Todos ellos se organizan en torno a una causa concreta, con metas precisas y con modalidades de trabajo altamente eficientes. Todos movilizan voluntarios que buscan al mismo tiempo contribuir a combatir la pobreza o vulnerabilidad, ampliar su mirada y darles un sentido más solidario a sus vidas. Todos se financian en base a donaciones, sean en dinero o en servicios, y son dirigidos por grupos de jóvenes que generalmente comparten ciertos marcos valóricos adquiridos durante su etapa de formación.

Numerosos emprendedores sociales han sentido la necesidad de trascender las causas específicas que los han reunido y llevar la experiencia acumulada a una causa más global, como es el gobierno del país. El paso inevitable para esto es la política. ¿Cómo entrar a ella sin morir en el intento? Es la pregunta que les venía rondando cuando surgió la invitación de Frei. La tomaron sin vacilación, a condición de no ser actores secundarios. La audacia, entonces, no vino sólo de Frei, sino de estos jóvenes emprendedores que se propusieron como desafío convertir su campaña presidencial en la plataforma para entrar en la política nacional a partir de su propio sello social y sin renunciar a su propio estilo.

Para que una generación surja y tome el protagonismo en la vida de un país no basta un líder o una ideología. Se necesita, además, de un quiebre histórico; esos momentos singulares en que un ciclo se agota y aún no se sabe qué lo va a reemplazar, lo que deja un vacío que alguien tiene que llenar. Hoy estamos en uno de esos momentos. Es ahora cuando podría irrumpir una nueva generación para construir "Un sueño para Chile", y Frei erguirse en el vehículo para esto.

Numerosos emprendedores sociales han sentido la necesidad de llevar la experiencia acumulada a una causa más global, como es el gobierno del país.

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