Reconciliaciones.Diario El Mundo España. ...Para disfrutar el fin de semana largo.
Me lo decía un amigo mío el otro día viendo el abrazo fraternal entre el Rey Don Juan Carlos y Hugo Chávez que puso punto y final al episodio del "por qué no te callas" famoso. Ojo, salvando las distancias: "los mejores polvos son los de una reconciliación". Sí, es una manera ciertamente abrupta y cafre de tomar como referente las relaciones diplomáticas, pero la cuestión de fondo no es tan descabellada. Seguramente, muchos de los que compartimos espacio en esta cama redonda, lectores y un servidor, somos fruto de alguna que otra reconciliación conyugal. Nada grave, una noche de morros que tuvo como colofón una caidita de Roma, como decía Chiquito de la Calzada.
Si bien es cierto que existen reconciliaciones muy dulces, no seré yo quien diga lo contrario, yo no acabo de verle la gracia al asunto. No sé. Será que mi nivel de sensibilidad es muy alto, pero utilizar el sexo para hacer las paces no siempre resulta matemáticamente perfecto. Los que han tenido que lidiar con relaciones sentimentales con personalidades psicopáticas lo saben bien. Se trata del tradicional método de tortura conocido como 'gota malaya': Hoy porque está nublado, hoy porque es lunes, hoy porque ha subido la gasolina, porque hoy es hoy, como decía la publicidad de los bombones... La cuestión es que cualquier comentario, opinión o incluso una cara pueden desencadenar una tempestad emocional. Luego vienen las carantoñas, los arrumacos y todo lo demás. Hacer de la vida un psicodrama, vamos. Hay parejas instaladas en el mal rollo perpetuo. Personas que sistemáticamente discuten con el otro, sea cual sea la razón, las 24 horas del día. El motivo es lo de menos. La cuestión es mantener de manera constante una especie de 'tour de force' que a ellos les encanta y les da mucha vida y que al resto de mortales a su alrededor aburre soberanamente. Son los que opinan que la pasión desenfrenada, es decir montarle pollos a su pareja de manera inopinada, mantiene viva la llama del amor. Pues vale. De hecho, parece ser que las parejas que discuten más tienen una mayor longevidad como pareja y también individualmente. Según un estudio de la Universidad de Michigan, los que reprimen la ira, ocultan el resentimiento y no resuelven los problemas, se mueren antes. Dios me libre de contradecir un estudio que lleva el aval de una institución universitaria, pero sigo sin verle la gracia.
Está claro que nunca puedes estar al cien por cien de acuerdo con tu pareja. Además, los que nunca discuten o viven en un remanso de paz resultan sospechosos o, directamente, dan mucho miedo. Pero de ahí a vivir en una montaña rusa... Por mucho que los numeritos sexuales posteriores a la refriega sean dignos o merecedores de un AVN (Los Oscar del cine X)... No sé, igual es el verano, que me pone muy tierno... Por cierto, ¿he dicho verano? Sí, este es el último post de la temporada. Bueno, durante el mes de agosto habrá alguna sorpresita en la cama redonda. O sea, que seguid merodeando por la página... Aprovecho la ocasión para desearos unas felices vacaciones a todos, si disponéis de ellas, y si no, ánimo y paciencia. Y buen sexo (sin discusiones).
Si bien es cierto que existen reconciliaciones muy dulces, no seré yo quien diga lo contrario, yo no acabo de verle la gracia al asunto. No sé. Será que mi nivel de sensibilidad es muy alto, pero utilizar el sexo para hacer las paces no siempre resulta matemáticamente perfecto. Los que han tenido que lidiar con relaciones sentimentales con personalidades psicopáticas lo saben bien. Se trata del tradicional método de tortura conocido como 'gota malaya': Hoy porque está nublado, hoy porque es lunes, hoy porque ha subido la gasolina, porque hoy es hoy, como decía la publicidad de los bombones... La cuestión es que cualquier comentario, opinión o incluso una cara pueden desencadenar una tempestad emocional. Luego vienen las carantoñas, los arrumacos y todo lo demás. Hacer de la vida un psicodrama, vamos. Hay parejas instaladas en el mal rollo perpetuo. Personas que sistemáticamente discuten con el otro, sea cual sea la razón, las 24 horas del día. El motivo es lo de menos. La cuestión es mantener de manera constante una especie de 'tour de force' que a ellos les encanta y les da mucha vida y que al resto de mortales a su alrededor aburre soberanamente. Son los que opinan que la pasión desenfrenada, es decir montarle pollos a su pareja de manera inopinada, mantiene viva la llama del amor. Pues vale. De hecho, parece ser que las parejas que discuten más tienen una mayor longevidad como pareja y también individualmente. Según un estudio de la Universidad de Michigan, los que reprimen la ira, ocultan el resentimiento y no resuelven los problemas, se mueren antes. Dios me libre de contradecir un estudio que lleva el aval de una institución universitaria, pero sigo sin verle la gracia.
Está claro que nunca puedes estar al cien por cien de acuerdo con tu pareja. Además, los que nunca discuten o viven en un remanso de paz resultan sospechosos o, directamente, dan mucho miedo. Pero de ahí a vivir en una montaña rusa... Por mucho que los numeritos sexuales posteriores a la refriega sean dignos o merecedores de un AVN (Los Oscar del cine X)... No sé, igual es el verano, que me pone muy tierno... Por cierto, ¿he dicho verano? Sí, este es el último post de la temporada. Bueno, durante el mes de agosto habrá alguna sorpresita en la cama redonda. O sea, que seguid merodeando por la página... Aprovecho la ocasión para desearos unas felices vacaciones a todos, si disponéis de ellas, y si no, ánimo y paciencia. Y buen sexo (sin discusiones).
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