¿Puede volver la DC al camino propio? Sergio Muñoz Riveros
Una hipotética vuelta de la DC al “camino propio” sería un enorme retroceso para sus aspiraciones de gravitar en la marcha del país. Está demostrado que sus posibilidades se potencian en alianza con las corrientes con que ha cogobernando fructíferamente.
"No se acabará el mundo si la Concertación lleva dos candidatos el 2009". Así describió Edgardo Boeninger (La Tercera, 28/06/08) el posible escenario de la próxima elección presidencial. Explicó, además, que dentro de la DC hay una fuerte razón para competir con un candidato propio en la primera vuelta porque los candidatos a parlamentarios requieren ese apoyo, y que ello se acentuaría en el caso de que Adolfo Zaldívar postule a la Presidencia, "porque ahí la DC prácticamente está forzada a llegar con un candidato -con o sin apoyo de la Concertación- a esa primera vuelta".
Se trata de la visión de alguien cuya serenidad de juicio es ampliamente respetada. Boeninger se caracteriza por mirar las cosas tal como son, no como le gustaría que fueran.
Pero con el mismo realismo que él trasunta, es inevitable preguntar qué tipo de dinámica política generaría el hecho de que la Concertación uniera sus fuerzas para elegir parlamentarios, pero las dividiera para elegir Presidente de la República. Es cierto que está la posibilidad de juntarse en la segunda vuelta, pero ¿en qué condiciones y pagando qué costo después de pasar por una competencia que seguramente sería áspera en la primera vuelta? Si es complicado el escenario municipal con la disputa de dos listas de concejales, hay que imaginar lo que sería una lucha por la Presidencia. No se trata de una cuestión solamente electoral, sino de una eventualidad que sólo podría interpretarse como la crisis de la cohesión política y programática de la Concertación, o sea, de la principal razón de su éxito histórico.
La Junta Nacional de la DC resolverá esta semana el procedimiento mediante el cual elegirá a su postulante a la Presidencia. Hace poco, Soledad Alvear hizo explícita su voluntad de postular y se pronunció por el mecanismo de una primaria interna ("un militante, un voto"), pero todo indica que sus oponentes centrarán precisamente allí el desafío y propondrán una primaria abierta, en la que podrían crecer las posibilidades de Eduardo Frei o Marcelo Trivelli. Cualquiera que sea el procedimiento, es visible que la DC necesita zanjarlo de modo unitario.
Si se trata de ser realistas, el reto inmediato del partido es demostrar en la elección municipal que su vitalidad no ha sufrido merma.
Es perfectamente legítimo que la DC aspire a llevar de nuevo a uno de los suyos a la Presidencia. Puede entenderse además que busque defender su espacio en la vida nacional frente a la amenaza de Adolfo Zaldívar, que enarbolará las banderas del socialcristianismo, quizás con el apoyo de algunos líderes europeos. Lo que dificulta las cosas es el hecho de que las encuestas no favorecen hoy la perspectiva de levantar una candidatura democratacristiana poderosa, capaz de llegar a concitar la adhesión de la mayoría de los ciudadanos.
La DC es una fuerza de gran influencia en el país. Ha resistido bien la escisión zaldivarista, colabora lealmente con el gobierno de la Presidenta Bachelet y mantiene muy sólido su perfil de colectividad progresista, por lo que un desembozado aliado de la derecha como Zaldívar (premiado por ella con la presidencia del Senado), no debería confundir a sus militantes acerca del rumbo futuro del país o de la propia colectividad.
Una hipotética vuelta de la DC a lo que hace algunas décadas se llamó "el camino propio" sería un enorme retroceso para sus propias aspiraciones de gravitar en la marcha del país. Por el contrario, está demostrado que sus posibilidades se potencian en alianza con las corrientes con que ha cogobernando fructíferamente.
Es verdad que Piñera lleva una clara ventaja a los candidatos dispersos de la Concertación. Consagrar tal dispersión no la reducirá. Sólo puede hacerlo una renovada plataforma unitaria que reivindique los logros y plantee nuevos desafíos.
Pese a la existencia de un "partido transversal de los escépticos", la Concertación tiene reales posibilidades de superar a la derecha en octubre en votos, en concejales y en alcaldes. Y ese dato pesará sin duda en la batalla del próximo año.
Jorge Burgos, vicepresidente de la DC, entrevistado ayer por El Mercurio, sostuvo: "Lo que yo quiero es que el candidato con mayor posibilidad sea un o una DC y me jugaré porque así sea, pero eso hay que ganárselo haciendo bien las cosas, no es un bien dado". Enseguida, le preguntaron: "¿Entonces no considera un drama tener que apoyar a Lagos o Insulza? Su respuesta fue: "Para mí sería mucho más dramático que el próximo Presidente de Chile sea de derecha". (LN)
"No se acabará el mundo si la Concertación lleva dos candidatos el 2009". Así describió Edgardo Boeninger (La Tercera, 28/06/08) el posible escenario de la próxima elección presidencial. Explicó, además, que dentro de la DC hay una fuerte razón para competir con un candidato propio en la primera vuelta porque los candidatos a parlamentarios requieren ese apoyo, y que ello se acentuaría en el caso de que Adolfo Zaldívar postule a la Presidencia, "porque ahí la DC prácticamente está forzada a llegar con un candidato -con o sin apoyo de la Concertación- a esa primera vuelta".
Se trata de la visión de alguien cuya serenidad de juicio es ampliamente respetada. Boeninger se caracteriza por mirar las cosas tal como son, no como le gustaría que fueran.
Pero con el mismo realismo que él trasunta, es inevitable preguntar qué tipo de dinámica política generaría el hecho de que la Concertación uniera sus fuerzas para elegir parlamentarios, pero las dividiera para elegir Presidente de la República. Es cierto que está la posibilidad de juntarse en la segunda vuelta, pero ¿en qué condiciones y pagando qué costo después de pasar por una competencia que seguramente sería áspera en la primera vuelta? Si es complicado el escenario municipal con la disputa de dos listas de concejales, hay que imaginar lo que sería una lucha por la Presidencia. No se trata de una cuestión solamente electoral, sino de una eventualidad que sólo podría interpretarse como la crisis de la cohesión política y programática de la Concertación, o sea, de la principal razón de su éxito histórico.
La Junta Nacional de la DC resolverá esta semana el procedimiento mediante el cual elegirá a su postulante a la Presidencia. Hace poco, Soledad Alvear hizo explícita su voluntad de postular y se pronunció por el mecanismo de una primaria interna ("un militante, un voto"), pero todo indica que sus oponentes centrarán precisamente allí el desafío y propondrán una primaria abierta, en la que podrían crecer las posibilidades de Eduardo Frei o Marcelo Trivelli. Cualquiera que sea el procedimiento, es visible que la DC necesita zanjarlo de modo unitario.
Si se trata de ser realistas, el reto inmediato del partido es demostrar en la elección municipal que su vitalidad no ha sufrido merma.
Es perfectamente legítimo que la DC aspire a llevar de nuevo a uno de los suyos a la Presidencia. Puede entenderse además que busque defender su espacio en la vida nacional frente a la amenaza de Adolfo Zaldívar, que enarbolará las banderas del socialcristianismo, quizás con el apoyo de algunos líderes europeos. Lo que dificulta las cosas es el hecho de que las encuestas no favorecen hoy la perspectiva de levantar una candidatura democratacristiana poderosa, capaz de llegar a concitar la adhesión de la mayoría de los ciudadanos.
La DC es una fuerza de gran influencia en el país. Ha resistido bien la escisión zaldivarista, colabora lealmente con el gobierno de la Presidenta Bachelet y mantiene muy sólido su perfil de colectividad progresista, por lo que un desembozado aliado de la derecha como Zaldívar (premiado por ella con la presidencia del Senado), no debería confundir a sus militantes acerca del rumbo futuro del país o de la propia colectividad.
Una hipotética vuelta de la DC a lo que hace algunas décadas se llamó "el camino propio" sería un enorme retroceso para sus propias aspiraciones de gravitar en la marcha del país. Por el contrario, está demostrado que sus posibilidades se potencian en alianza con las corrientes con que ha cogobernando fructíferamente.
Es verdad que Piñera lleva una clara ventaja a los candidatos dispersos de la Concertación. Consagrar tal dispersión no la reducirá. Sólo puede hacerlo una renovada plataforma unitaria que reivindique los logros y plantee nuevos desafíos.
Pese a la existencia de un "partido transversal de los escépticos", la Concertación tiene reales posibilidades de superar a la derecha en octubre en votos, en concejales y en alcaldes. Y ese dato pesará sin duda en la batalla del próximo año.
Jorge Burgos, vicepresidente de la DC, entrevistado ayer por El Mercurio, sostuvo: "Lo que yo quiero es que el candidato con mayor posibilidad sea un o una DC y me jugaré porque así sea, pero eso hay que ganárselo haciendo bien las cosas, no es un bien dado". Enseguida, le preguntaron: "¿Entonces no considera un drama tener que apoyar a Lagos o Insulza? Su respuesta fue: "Para mí sería mucho más dramático que el próximo Presidente de Chile sea de derecha". (LN)
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