Encuentro con Mariano Ruiz Esquide en Punta Arenas (quizás lejos de la concupiscencia del poder). Moisés Oyarzo Osses
“ Sin embargo, quizás por constitución genética los DC somos especialistas en escamotear los temas de fondo, las definiciones ideológicas si se quiere…¿ No estaremos haciendo demasiadas concesiones a la desideologización que impone el orden neoliberal ?.”
Mariano estuvo por estos lares y nos dejó un par de tareas de difícil digestión.Estas giran en torno a la proyección de quienes nos ubicamos en el progresismo al interior partidario.Ya esta definición, por si sola, genera más de una suspicacia.Si los grandes relatos se vinieron estrepitosamente abajo, no solamente aquellos que mantuvieron la Guerra Fría, ¿significa ello que nosotros quedamos a salvo o indemnes de la gran crisis de los paradigmas?.
Pues bien, ¿qué significa hoy día ser progresista en la DC?.Soy de la opinión que, básicamente, la resolución de esta interrogante pasa por esclarecer o traer del baúl de los recuerdos la razón que mueve al cristiano en el mundo del siglo XX ingresar a la arena política, para desde allí intentar construir una sociedad basada en el pleno respeto a la persona humana y sus derechos inalienables y un orden político y social más justo.Esa fue la senda que marcó la Falange Nacional, quizás menos engrupida con la concupiscencia del poder ( y yo señalaria “en el poder”), quizás, también, por la dinámica propia a la que responden los movimientos y no necesariamente los partidos políticos.
Jacques Maritain hacía la distinción del cristiano inmerso en el mundo, si se quiere con el imperativo moral de intervenir en el orden temporal de las cosas respecto del otro afincado en el orden espiritual, ello se puede cotejar en El Humanismo Integral.Las consecuencias de ello en tiempos de creciente descreimiento político y de secularización galopante son un llamado a no dejar de intervenir como cristianos - y premunidos de nuestras convicciones - en los planos sociales y políticos.
Sin embargo, quizás por constitución genética los DC somos especialistas en escamotear los temas de fondo, las definiciones ideológicas si se quiere…¿ No estaremos haciendo demasiadas concesiones a la desideologización que impone el orden neoliberal?.Soy de la opinión ( y a titulo exclusivamente personal) que si realmente hiciéramos el trabajo de revisar las 500 conclusiones del Congreso Partidario nos encontraríamos con unas nutridas sorpresas , en lo que atañe a doctrina, sistema político, medio ambiente, etc. Al respecto, en un artículo que escribí con anterioridad planteaba la interrogante, si se quiere sociológica, de que era necesario indagar la dimensión en la que nuestro querido partido había sido permeado por discursos que son antagónicos con la doctrina social - cristiana.¿Y qué?, diría el camarada más inclinado al mundo laico y a la secularización de la sociedad.
En el mismo sentido, junto con aquella indagación tener presente , como lo plantea Pierre Bourdieu, que en la dimensión de la producción y reproducción de los discursos de institución ( como lo es nuestro partido), son aquella voces - dirigentes partidarios - investidos con la autoridad y sus ritos correspondientes, los que marcan y señalan el rumbo.No es al “militante de la pobla” (alocutario) a quien le van a consultar cómo visualiza la identidad partidaria o el esquema económico que privilegia el partido.En este campo, el discurso partidario oficial no se plesbicita ni se somete a la soberanía de las bases.De ahí que me nazcan sospechas en el sentido de que, realmente, estamos infestados de neoliberales encubiertos, amparados en la tolerancia y el mandamiento del amor.
Realizando un par de concesiones a la política real, también es cierto, que respecto del discurso oficial del partido, todos somos depositarios- destinatarios y co-participes, porque, inevitablemente, este debe generar consenso, y que, de no ocurrir, nos mantendría en permanente zozobra.
Pero, lo que a mi me interesa colocar en evidencia es a la comunidad que pertenecemos en tanto integrantes de un lenguaje democratacristiano, enraizado en la historia partidaria y que parte con aquella generación católica de las primeras décadas del siglo XX, pasando por la Falange Nacional hasta la constitución formal del PDC.Creo que es allí donde debemos buscar nuestro sentido en el sinsentido de la política chilena actual.
Quizás, descubriríamos entonces, que la “base popular” a la que hace mención la UDI dista mucho de lo que nosotros, en tanto democratacristianos, concebimos como base popular, pese a que, en ambos casos, hablemos de compatriotas.
Quizás, descubriríamos iluminados, que el orden económico debe estar al servicio de la persona humana y no ésta al servicio de aquel.
Quizás, descubriríamos que fuimos más eficientes como cristianos no en el engrupimiento (perdónenme este vocablo) del poder, sino que, en la justa conjugación de los valores y la vanidad humana.
Quizás, descubriríamos apesadumbrados, que el Chile que soñamos, dista años luz del que se expresa en las poblaciones santiaguinas donde campea la desesperación y la droga.
Quizás, entonces descubriríamos, que el dios Moloc contemporáneo al que se le ofrendan todo tipo de sacrificios debe ser derribado, y este dios Moloc no es otro - y permítanmelo decirlo queridos camaradas-, que el campeante y victorioso neoliberalismo.
Pienso que sería sano para la clarificación y toma de posición partidaria colocarnos en evidencia en un proceso reflexivo de verdad, no azuzados ni por la maquinaria electoral ni por la concupiscencia del poder.Si esto llegara a concretarse, ya sería un enorme salto en dirección de buscar un auténtico sentido democratacristiano para Chile en el siglo XXI.
Mariano estuvo por estos lares y nos dejó un par de tareas de difícil digestión.Estas giran en torno a la proyección de quienes nos ubicamos en el progresismo al interior partidario.Ya esta definición, por si sola, genera más de una suspicacia.Si los grandes relatos se vinieron estrepitosamente abajo, no solamente aquellos que mantuvieron la Guerra Fría, ¿significa ello que nosotros quedamos a salvo o indemnes de la gran crisis de los paradigmas?.
Pues bien, ¿qué significa hoy día ser progresista en la DC?.Soy de la opinión que, básicamente, la resolución de esta interrogante pasa por esclarecer o traer del baúl de los recuerdos la razón que mueve al cristiano en el mundo del siglo XX ingresar a la arena política, para desde allí intentar construir una sociedad basada en el pleno respeto a la persona humana y sus derechos inalienables y un orden político y social más justo.Esa fue la senda que marcó la Falange Nacional, quizás menos engrupida con la concupiscencia del poder ( y yo señalaria “en el poder”), quizás, también, por la dinámica propia a la que responden los movimientos y no necesariamente los partidos políticos.
Jacques Maritain hacía la distinción del cristiano inmerso en el mundo, si se quiere con el imperativo moral de intervenir en el orden temporal de las cosas respecto del otro afincado en el orden espiritual, ello se puede cotejar en El Humanismo Integral.Las consecuencias de ello en tiempos de creciente descreimiento político y de secularización galopante son un llamado a no dejar de intervenir como cristianos - y premunidos de nuestras convicciones - en los planos sociales y políticos.
Sin embargo, quizás por constitución genética los DC somos especialistas en escamotear los temas de fondo, las definiciones ideológicas si se quiere…¿ No estaremos haciendo demasiadas concesiones a la desideologización que impone el orden neoliberal?.Soy de la opinión ( y a titulo exclusivamente personal) que si realmente hiciéramos el trabajo de revisar las 500 conclusiones del Congreso Partidario nos encontraríamos con unas nutridas sorpresas , en lo que atañe a doctrina, sistema político, medio ambiente, etc. Al respecto, en un artículo que escribí con anterioridad planteaba la interrogante, si se quiere sociológica, de que era necesario indagar la dimensión en la que nuestro querido partido había sido permeado por discursos que son antagónicos con la doctrina social - cristiana.¿Y qué?, diría el camarada más inclinado al mundo laico y a la secularización de la sociedad.
En el mismo sentido, junto con aquella indagación tener presente , como lo plantea Pierre Bourdieu, que en la dimensión de la producción y reproducción de los discursos de institución ( como lo es nuestro partido), son aquella voces - dirigentes partidarios - investidos con la autoridad y sus ritos correspondientes, los que marcan y señalan el rumbo.No es al “militante de la pobla” (alocutario) a quien le van a consultar cómo visualiza la identidad partidaria o el esquema económico que privilegia el partido.En este campo, el discurso partidario oficial no se plesbicita ni se somete a la soberanía de las bases.De ahí que me nazcan sospechas en el sentido de que, realmente, estamos infestados de neoliberales encubiertos, amparados en la tolerancia y el mandamiento del amor.
Realizando un par de concesiones a la política real, también es cierto, que respecto del discurso oficial del partido, todos somos depositarios- destinatarios y co-participes, porque, inevitablemente, este debe generar consenso, y que, de no ocurrir, nos mantendría en permanente zozobra.
Pero, lo que a mi me interesa colocar en evidencia es a la comunidad que pertenecemos en tanto integrantes de un lenguaje democratacristiano, enraizado en la historia partidaria y que parte con aquella generación católica de las primeras décadas del siglo XX, pasando por la Falange Nacional hasta la constitución formal del PDC.Creo que es allí donde debemos buscar nuestro sentido en el sinsentido de la política chilena actual.
Quizás, descubriríamos entonces, que la “base popular” a la que hace mención la UDI dista mucho de lo que nosotros, en tanto democratacristianos, concebimos como base popular, pese a que, en ambos casos, hablemos de compatriotas.
Quizás, descubriríamos iluminados, que el orden económico debe estar al servicio de la persona humana y no ésta al servicio de aquel.
Quizás, descubriríamos que fuimos más eficientes como cristianos no en el engrupimiento (perdónenme este vocablo) del poder, sino que, en la justa conjugación de los valores y la vanidad humana.
Quizás, descubriríamos apesadumbrados, que el Chile que soñamos, dista años luz del que se expresa en las poblaciones santiaguinas donde campea la desesperación y la droga.
Quizás, entonces descubriríamos, que el dios Moloc contemporáneo al que se le ofrendan todo tipo de sacrificios debe ser derribado, y este dios Moloc no es otro - y permítanmelo decirlo queridos camaradas-, que el campeante y victorioso neoliberalismo.
Pienso que sería sano para la clarificación y toma de posición partidaria colocarnos en evidencia en un proceso reflexivo de verdad, no azuzados ni por la maquinaria electoral ni por la concupiscencia del poder.Si esto llegara a concretarse, ya sería un enorme salto en dirección de buscar un auténtico sentido democratacristiano para Chile en el siglo XXI.
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