LA PRESENCIA DE BERNARDO LEIGHTON EN EL PDC CHILENO...Otto Boye
Hace unos dias Otto Boye ....Ayer leí en un homenaje a Bernardo Leighton la siguiente intervención
En la historia de la humanidad los discursos de los grandes dirigentes suelen contribuir a tejer la delicada tela con la cual se construyen las identidades de los mismos y de las sociedades en las que ellos están insertos. Jesús, por ejemplo, con su Sermón de la Montaña, generó de golpe la identidad del Cristianismo. Hizo mucho, pero mucho más –lo sabemos- para ese mismo fin, pero ese discurso quedó como uno de los principales que él dijo. Gandhi confesó que en ese mensaje estaba toda su noviolencia. Abraham Lincoln dejó una huella indeleble de su personalidad y de su gran visión sobre la democracia en su Oración de Gettysburg y legó un instrumento precioso para configurar el alma americana y la propia democracia en el mundo. Martín Luther King, cuando le contó a la multitud reunida en Washington sus sueños, movilizó energías dormidas que cambiaron muchas cosas en la gran nación del Norte y en el planeta entero. En Chile,
-¡cómo no recordarlo!- Frei hizo lo propio con su discurso de la Patria Joven en 1964. Otros líderes también hicieron aportes similares. Hoy quiero, en este acto tan significativo, referirme a una notable intervención de Bernardo Leighton, que no debe ser olvidada.
El 29 de Julio de 1984, en que se celebraba el aniversario del Partido Demócrata Cristiano, él leyó en el Teatro Caupolicán un breve discurso para agradecer un homenaje que se le rendía. Con palabras sencillas, cautivó a todos los que ahí estábamos. Hoy quiero recordarlas, porque ellas le dicen a Chile mucho de lo que la Democracia Cristiana es y significa. Constituyen, además, una muy oportuna interpelación en este preciso momento. Por eso, sin hacer nada sistemático, vamos a recorrer sus palabras y vamos a dejar que fluyan solas algunas lecciones para el momento actual.
Leighton comenzó así sus palabras: Pôr la extension del Dcto. lo envio por correo privado, quien desee solicitarlo ...espinozajara@gmail.com
En la historia de la humanidad los discursos de los grandes dirigentes suelen contribuir a tejer la delicada tela con la cual se construyen las identidades de los mismos y de las sociedades en las que ellos están insertos. Jesús, por ejemplo, con su Sermón de la Montaña, generó de golpe la identidad del Cristianismo. Hizo mucho, pero mucho más –lo sabemos- para ese mismo fin, pero ese discurso quedó como uno de los principales que él dijo. Gandhi confesó que en ese mensaje estaba toda su noviolencia. Abraham Lincoln dejó una huella indeleble de su personalidad y de su gran visión sobre la democracia en su Oración de Gettysburg y legó un instrumento precioso para configurar el alma americana y la propia democracia en el mundo. Martín Luther King, cuando le contó a la multitud reunida en Washington sus sueños, movilizó energías dormidas que cambiaron muchas cosas en la gran nación del Norte y en el planeta entero. En Chile,
-¡cómo no recordarlo!- Frei hizo lo propio con su discurso de la Patria Joven en 1964. Otros líderes también hicieron aportes similares. Hoy quiero, en este acto tan significativo, referirme a una notable intervención de Bernardo Leighton, que no debe ser olvidada.
El 29 de Julio de 1984, en que se celebraba el aniversario del Partido Demócrata Cristiano, él leyó en el Teatro Caupolicán un breve discurso para agradecer un homenaje que se le rendía. Con palabras sencillas, cautivó a todos los que ahí estábamos. Hoy quiero recordarlas, porque ellas le dicen a Chile mucho de lo que la Democracia Cristiana es y significa. Constituyen, además, una muy oportuna interpelación en este preciso momento. Por eso, sin hacer nada sistemático, vamos a recorrer sus palabras y vamos a dejar que fluyan solas algunas lecciones para el momento actual.
Leighton comenzó así sus palabras: Pôr la extension del Dcto. lo envio por correo privado, quien desee solicitarlo ...espinozajara@gmail.com
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