martes, mayo 22, 2007

Cuestión de semántica.....M.Verdugo.

En la reciente Junta de la Democracia Cristiana, los diversos “sectores” o corrientes internas se dieron todas por ganadoras. Para el militante o simple lector resulta difícil entender cómo pueden resultar “ganadores” unos u otros, cuando se trata de personas que, se supone, por ser de una misma casa política deberían tener matices diferenciadores. Pues bien, no, no es así.
En algún momento, hace años, se habló de las dos “almas de la Concertación”. Fueron catalogados como “autocomplacientes” unos y “auto flagelantes” otros. Los primeros, contaron con la aceptación y apoyo tanto de los poderes fácticos como de la elite política y económica dominante. Los segundos fueron “ninguneados” y arrinconados. Se les trató de fósiles de la política nacional.
Esa diferencia respecto al análisis de la vida política, económica y social del país se mantuvo desde entonces aunque más soterrada. Los “autocomplacientes” se impusieron con fuerza. Ello a pesar de que las señales que había en el país no eran auspiciosas. Con un crecimiento mezquino de un 4%, la consolidación de una imagen de país moderno y un ex presidente que se fue entre aplausos del gran empresariado y del pueblo en general, que aprobaba a un gobernante enérgico y seguro, el escenario era negativo para quienes veíamos señales distintas, que se contraponían con este mundo idílico. Seguimos siendo vapuleados y, en nuestro partido, la DC, la situación a ratos se tornaba asfixiante. En vez de la fraternidad que debía caracterizarnos, verdaderos rotwaillers se lanzaban en contra de nuestras argumentaciones respecto a: mayor gasto asociado a las increíbles reservas debido al precio del cobre; políticas asertivas dirigidas a la pequeña y micro empresa; corrección al modelo económico aplicado introduciendo visiones y acciones de carácter social; llamado de atención sobre el peligro de aplicar un modelo teórico al transporte público; revisión del papel del Banco Central en la economía nacional; apostar por una revisión de la regla del superávit estructural, etc., etc.
Para cada una de estas propuestas hubo una batería de “ataques-respuestas”, articuladas sobre la base de destruir, de acabar con el “enemigo interno”.
Y ¿qué tuvimos como resultado en nuestra última Junta nacional ordinaria, en la que muchos esperaban ver una contienda definitiva? Pues nada más y nada menos que una elección tranquila de consejeros, que se dio en el marco de lo previsto debido al conocimiento de las “fuerzas internas” logradas en los procesos de renovación partidaria, y, una discusión que por fin se da en el plano de las ideas. Ideas expuestas por Eduardo Frei Ruiz Tagle, por Adolfo Zaldívar, por Gutemberg Martínez. Todos con intervenciones que hablaron de la necesidad de introducir cambios, de atreverse, de resolver, de corregir.
Sí señores. Aunque les moleste la palabra: corregir radicalmente el problema originado por un mal diseño de transporte público; corregir la ineficiencia y desdén con que han sido tratados los pequeños y micro empresarios; corregir el sistema educativo malo y excluyente; aliviar la deuda tributaria y bancaria de los pymes; corregir el sistema político que mantiene en la minusvalía al poder legislativo y otorga poderes exagerados al ejecutivo, a lo que se suma la creación monstruosa de un supra poder cobijado en Teatinos 120.
Es, en suma cuestión de semántica. Algunos se niegan a usar la palabra corregir y optan por un “nuevo pacto social”, sólo que, si es realmente nuevo, este “pacto social” deberá corregir lo antes señalado, a lo menos.
Myriam Verdugo Godoy
Consejera Nacional PDC