miércoles, abril 20, 2011

Bolivia, Chile, Perú: Pensando… Alberto Sepúlveda Almarza

Guste o no, las relaciones de los tres países están ligadas desde la Colonia. La Guerra del Pacífico abrió un ciclo de desconfianza e, incluso, la sensación que un nuevo enfrentamiento era posible. En los últimos años paulatinamente estamos abriendo una nueva etapa en la cual se llega a la conclusión que hay que superar los traumas del pasado para cooperar, lograr el desarrollo e insertarnos en un mundo en el cual surgen enormes concentraciones de poder llamadas China, India, Estados Unidos y Unión Europea. En este panorama el territorio de nuestros tres países es el camino lógico para la exportación al Asia de los productos del interior de América del Sur.


Vamos entrando en detalle.
Es obvio que, para Chile, la relaciones con  Perú tienen prioridad por sobre Bolivia .Es una constatación del poderío económico, demográfico y militar del país del Rímac. Y, afortunadamente,  la situación es auspiciosa.
Las empresas chilenas han ayudado al desarrollo  peruano y no sólo aportan capitales, también tecnología y gestión; son elementos importantes en la modernización del Perú y así ha sido reconocido. La creciente inversión de capita les peruanos en nuestro país ha contribuido a disminuir la sensación que nuestras empresas están colonizando la economía del país del norte.
Perú ha obtenido victorias en sus enfrentamientos con Ecuador y su satisfactorio desempeño bélico en la pequeña guerra que libró contra Colombia, en los años del 1930, en la selva amazónica. Como consecuencia el orgullo nacional ha sido restablecido y hoy comparte con Chile la consigna que “los tratados de límites son definitivos y sólo pueden cambiarse por acuerdo de las partes, no por la acción de terceros o de organismos internacionales”.
Ecuador también reparó su orgullo herido con la victoria táctica obtenida, contra Perú, en la Guerra del Cénepa. Bolivia no ha tenido igual suerte. El problema permanente de la población del Altiplano consiste en su carencia de comunicaciones eficaces con las tierras bajas y ello le originó, a Bolivia, no sólo pérdidas con Chile, también con Brasil en el conflicto por El Acre amazónico y con Paraguay, en la Guerra del Chaco.
Bolivia no ha alcanzado una satisfacción psicológica en materia militar y sigue acusando a Chile de ser el responsable de su atraso y pobreza ya que la aisló del mar .Ahora bien para establecer relaciones armónicas hay que clarificar las posibilidades de su salida al Pacífico. Y aquí caben dos posibilidades obvias: Chile da una solución marítima al diferendo o no la da. Veamos ambas alternativas.
El primer problema incide  en las opiniones públicas de ambos países que están tan alejadas que, de hecho, impiden cualquiera negociación. Bolivia, tal como lo hemos señalado, estima que nuestro país es el responsable de su pobreza y, como consecuencia, estima que debemos reparar la injusticia del pasado.
De ahí que ningún negociador de La Paz puede hacer concesiones. Chile debe reparar y punto. Más aún, una parte importante de su opinión pública estima que una simple salida al mar es insuficiente y que debemos restituir una parte de los territorios conquistados en la Guerra del Pacífico.
La mayoría de nuestros compatriotas piensa que hemos cumplido con creces con Bolivia al construir el ferrocarril Arica- La Paz y con las facilidades portuarias y camineras. En estas condiciones Chile no debe nada. Y si concedemos salida al mar a Bolivia ésta tiene que pagar con territorios lo que nuestro país cede en tierra y en Zona Económica Exclusiva, en el Océano Pacífico.
En este cuadro,  las posibilidades de negociaciones son mínimas debido a las limitaciones que imponen a los negociadores sus respectivas opiniones públicas. Ha sido la situación desde 1904, año en que firmó el Tratado de Paz y Límites entre Bolivia y Chile y donde se fijó la actual frontera. Los dos países han seguido estrategias distintas para superar los recuerdos de la Guerra del Pacífico. Chile ha confiado en que las  concesiones al tráfico de productos bolivianos, eventuales planes de ayuda económica, el intercambio comercial y las inversiones de nuestras empresas irían calmando los resquemores del pasado y llevaría a los bolivianos a aceptar el status quo.
La estrategia, hasta el momento, ha fracasado y el resentimiento boliviano está a flor de piel.
Mi amigo Antonio Araníbar, Ex Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia señaló, en más de una oportunidad: “¿Qué podemos hacer los bolivianos para sentar a los chilenos a negociar en serio una salida al mar? “Y la estrategia ha consistido en lo siguiente:
1.- No mantener relaciones diplomáticas y el Cónsul General en Santiago de Chile asume, de hecho, el status  de Embajador. Y lo mismo ocurre en La Paz con nuestro Cónsul General.
Esta fórmula no ha obtenido beneficios ya que la capacidad de presión sobre La Moneda es mínima. Incluso más de un diplomático chileno ha señalado que “las mejores relaciones con Bolivia se producen cuando no hay relaciones diplomáticas“.
2.- Gas por mar.
Este diseño supone que Bolivia, poseedora de grandes yacimientos de gas, puede presionar a Chile, carente de este recurso y con grandes necesidades energéticas. En el pasado reciente el Gobierno de La Paz señaló: “Ni una molécula de gas a Chile si no hay salida al mar”. Y, de nuevo, la fórmula fracasó. Nuestro país prefiere importar gas desde Indonesia y del Caribe, pagando más, antes que depender del producto boliviano, que tiene el riesgo de la incertidumbre del abastecimiento por razones políticas.
3.- Las rutas interoceánicas.
Desde hace unas décadas se han programado varios proyectos de caminos y ferrovías que permitan la salida de los productos del centro-sur del Brasil al Pacífico, parta su exportación al Asia. Bolivia cuenta con  una excelente ubicación geográfica para convertirse en un nudo de comunicaciones entre Brasil y las costas peruanas y chilenas .Sin embargo, si intenta aprovechar la situación para presionar a Chile corre el riesgo que el trazado de las rutas la excluyan, pasando por Brasil, Paraguay, Argentina y Chile.
4.- Presentar la petición de revisión de fronteras a los organismos internacionales.
De hecho La Paz está amenazando con recurrir al Tribunal de La Haya, donde está radicado el diferendo  marítimo entre Chile y Perú, para exigir una salida al mar.
Esta estrategia ya fue usada en la Asamblea de las Naciones, en la OEA yen la ONU sin resultados.
Existe un número considerable de países insatisfechos con sus fronteras y ningún organismo internacional está facultado para recibir peticiones de cambios territoriales, sancionados por tratados. Podrán aprobarse, en el mejor de los casos, recomendaciones de simpatía que insten a negociar o conversar, pero no resoluciones ya que introducirían el caos en el sistema internacional.
De nuevo estamos ante una estrategia fracasada.
El panorama actual, entonces, es de no negociaciones que den salida soberana al mar ya que Bolivia no acepta trueque de territorios u otras compensaciones a Chile. Ello implica la mantención de un status quo caracterizado por la desconfianza y, obviamente, ese panorama hace muy difícil avanzar en procesos de mayor cooperación y de acciones conjuntan ante el nuevo panorama de poder mundial. De ahí la necesidad de repensar el cuadro de las relaciones con Bolivia y, como es de suponer, hay que incluir al Perú.
Será el tema de un próximo artículo