Iglesia y abusos: Responsabilidad institucional. Marcelo Trivelli
Es bueno darse un tiempo para reflexionar antes de emitir una opinión respecto de la conducta delictual -abuso sexual de menores- de unos pocos sacerdotes y del tratamiento que ha dado la jerarquía de Iglesia Católica a estos hechos. Después de semanas en que este tema ha estado en la opinión pública y posterior a una detenida lectura del mensaje de los obispos de la Conferencia Episcopal, hoy es una buena ocasión para hacerlo.
Llama la atención que, durante años, las denuncias de las víctimas fueran silenciadas o simplemente negadas por las autoridades eclesiales y, más aún, que en la actualidad se continúe con un silencio cómplice respecto de los encubridores de esos delincuentes. En ese marco, tristemente célebre es la frase del cardenal colombiano Darío Castrillón, quien, como prefecto de la Sagrada Congregación del Clero, decía en una carta a un obispo francés: "Estoy encantado de tener un compañero que habría preferido la cárcel antes que denunciar a un sacerdote". Falta, entonces, en la reciente declaración de la Conferencia Episcopal una condena respecto de quienes sabiendo de los abusos no le otorgaron credibilidad o callaron para proteger a los victimarios......Aún cuando la Conferencia Episcopal señala que “hemos actualizado nuestra manera de aplicar la normativa canónica que nos obliga a actuar con rigor frente a eventuales denuncias, aplicación que habíamos establecido ya en mayo de 2003”, la instancia no hace un llamado a llevar las denuncias a los tribunales de justicia sino que: “les exhortamos a comunicarnos estos hechos”. ¿Por qué si nunca se ha sabido que la jerarquía de la Iglesia Chilena haya denunciado en tribunales casos de esta índole debiéramos creerles?
Si bien las responsabilidades penales son personales, algunas diócesis en el mundo han entendido que existe una responsabilidad institucional y por ello han indemnizado y/o reparado a las víctimas. La Iglesia chilena tiene que ser capaz de asumir su responsabilidad institucional y mientras ello no ocurra la Iglesia continuará siendo legítimamente cuestionada.
Para que estos hechos no se vuelvan a repetir se hace necesario analizar estas situaciones libres de todo prejuicio. Emitir opiniones prejuiciadas como las que recientemente realizó en Secretario de Estado Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, vinculando homosexualidad y pedofilia, son inaceptables, confunden y en nada contribuyen al combate de abusos sexuales a menores. [+/-] Seguir Leyendo...
Llama la atención que, durante años, las denuncias de las víctimas fueran silenciadas o simplemente negadas por las autoridades eclesiales y, más aún, que en la actualidad se continúe con un silencio cómplice respecto de los encubridores de esos delincuentes. En ese marco, tristemente célebre es la frase del cardenal colombiano Darío Castrillón, quien, como prefecto de la Sagrada Congregación del Clero, decía en una carta a un obispo francés: "Estoy encantado de tener un compañero que habría preferido la cárcel antes que denunciar a un sacerdote". Falta, entonces, en la reciente declaración de la Conferencia Episcopal una condena respecto de quienes sabiendo de los abusos no le otorgaron credibilidad o callaron para proteger a los victimarios......Aún cuando la Conferencia Episcopal señala que “hemos actualizado nuestra manera de aplicar la normativa canónica que nos obliga a actuar con rigor frente a eventuales denuncias, aplicación que habíamos establecido ya en mayo de 2003”, la instancia no hace un llamado a llevar las denuncias a los tribunales de justicia sino que: “les exhortamos a comunicarnos estos hechos”. ¿Por qué si nunca se ha sabido que la jerarquía de la Iglesia Chilena haya denunciado en tribunales casos de esta índole debiéramos creerles?
Si bien las responsabilidades penales son personales, algunas diócesis en el mundo han entendido que existe una responsabilidad institucional y por ello han indemnizado y/o reparado a las víctimas. La Iglesia chilena tiene que ser capaz de asumir su responsabilidad institucional y mientras ello no ocurra la Iglesia continuará siendo legítimamente cuestionada.
Para que estos hechos no se vuelvan a repetir se hace necesario analizar estas situaciones libres de todo prejuicio. Emitir opiniones prejuiciadas como las que recientemente realizó en Secretario de Estado Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, vinculando homosexualidad y pedofilia, son inaceptables, confunden y en nada contribuyen al combate de abusos sexuales a menores. [+/-] Seguir Leyendo...
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