lunes, enero 18, 2010

Líneas al correr de los resultados. Juan Claudio Reyes

Es evidente que la última campaña presidencial representó un escenario nunca visto para la Concertación: tres candidatos de sus filas; un solo candidato de derecha y, por sobre todo, una incapacidad de los sectores dirigentes de la coalición para capturar adecuadamente el sentimiento de desapego de vastos sectores de la ciudadanía hacia la forma y el fondo de la política concertacionista.

Es muy importante señalar que la discusión que genera rechazo no es solo a la “manera de hacer política”. Es también y fundamentalmente a los temas que se despreciaron por años y que, al fragor de la campaña y los temores de la segunda vuelta, pareció que eran posibles, no solo de ser planteados, sino que realizables.
Reforma a la ley de votaciones (inscripción automática y voto voluntario), independiente de la opinión que tengamos al respecto; reforma a la Ley de Isapres; Reforma Laboral; Reforma Tributaria; Bonos varios; extensión de la protección social a la clase media; protección constitucional al uso del agua; incremento en el monto de la subvención escolar; etc., etc.
La pregunta ciudadana es entonces: si esto era posible ¿por qué no se hizo antes?

La respuesta es dramática. Todo eso se podía hacer…pero la dirigencia gobernante no pensaba que ello era “necesario de ser hecho”, o peor todavía: “no era correcto hacerlo”.
Dicho de otro modo, esas cuestiones, que ahora fueron prometidas NUNCA formaron parte del verdadero programa de quienes gobernaron, los partidos y el ejecutivo.
Ante el alegato de las mayorías por la mantención del país como uno de los que tienen peor redistribución del ingreso, siempre se contestó con los indicadores de disminución de la pobreza y con la existencia de subsidios estatales que corregían estos guarismos, desechando la evidencia que los ciudadanos, junto con la solución de sus problemas mas críticos también reclaman dignidad y ello solo se consigue con la adecuada retribución a su trabajo.

¿Por qué entonces se prometió ahora lo que no se quiso hacer ayer?

Porque ahora, por primera vez, la dirigencia concertacionista sospechó que podía perder…el poder.
Es aquí donde se debe poner el punto de acento. No en las formas, que pueden ser buenas o malas, dependiendo de las circunstancias. Pero son eso, solo formas. ¿Qué las que utilizaban los dirigentes del gobierno y los jerarcas de los partidos de la coalición son muy malas? No cabe duda.

Pero tanto o peor que ello es la reticencia, durante 20 años, a privilegiar, SIEMPRE, los elementos propios de la Justicia Social por sobre el cálculo político menor; es decir, aquel que permitía “no pelear con la derecha”. La consecuencia de ello fue que terminamos peleados entre nosotros y, mas importante que ello, distanciados de un gran sector de la ciudadanía, que demostró que ya no nos cree.
La idea predominante, en los últimos días de campaña, en el sentido de “votar por el mal menor” nos debe llenar de vergüenza. Alguna vez fuimos lo que los chilenos esperaban; en la segunda vuelta, tan solo lo menos malo.

Es evidente que estas ideas no generan mística en nadie. La campaña se transformó mas que en un conjunto de propuestas, en una “operación de salvataje”. El punto es que sectores demasiado vastos de la ciudadanía tenían asumido que no tenían mucho que salvar. Y preferían mas bien experimentar un cambio, aún cuando este no fuera nítido, ni en sus contenidos ni en sus formas; pero la continuidad ya no era soportable, aún cuando nuestros dirigentes insistieran en no darse cuenta de ello.
Ha llegado la hora de la reflexión suspendida y prohibida. Aquella que muchos quisimos hacer y siempre se negó, incluso con la exclusión, en los partidos y en el gobierno.

Ha llegado la hora de hacer que la voz de la mayoría se exprese, a través de todas las instancias que resulten pertinentes…no solo desde y en los partidos.
Nuevas instituciones, políticas y ciudadanas deberán dar paso a viejas estructuras secuestradas por los que se sintieron dueños y satisfechos del poder que administraron, aún cuando su conquista haya sido una tarea colectiva, en la que muchos de los que la administraron ni siquiera participaran en su épica.

Como el viejo refrán conocido “Unos hacen la historia y otros la sufren”
Para ello se necesitan nuevos liderazgos, sobre todo que sean capaces de retomar las viejas banderas perdidas y a veces despreciadas. Que paradoja; probablemente la verdadera renovación deberá descansar sobre la base de la recuperación del viejo discurso, el de la JUSTICIA SOCIAL, lo mas progresista jamás inventado; concepto abandonado y a veces despreciado por demasiados de nuestros dirigentes actuales.

Hay deudas evidentes que no se quieren reconocer.

Millones de chilenos están condenados a tener una vida muy modesta, fruto del lugar donde les tocó nacer. El desarrollo local no ha sido un tema para los que gobernaron durante veinte años.
Ahora con toda seguridad diremos que es posible enfrentar las trabas que impiden una educación de calidad para los chilenos mas pobres; antes no se quisieron remover por temor a la perdida de votos.

Ahora seguramente estaremos al lado de los trabajadores para conseguir un salario mínimo mas digno…ayer apoyábamos a los ministros de hacienda que mezquinaban esto.
Estos ejemplos se pueden replicar casi indefinidamente, todos los conocemos.
Hay sin embargo una exigencia. “No se consigue buen vino en viejas vasijas”.
Ello es válido no solo para las ideas, también para los liderazgos.
Si esto se hará o no, depende de muchas voluntades. Habemos algunos que tuvimos mucha voluntad cuando los tiempos eran duros…y ningún espacio cuando los tiempos fueron fáciles.

¿Qué tal si nos juntamos los que ayer teníamos esa voluntad?

Un abrazo a todos
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1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Curioso. Quien quiere juntarse con este sinverguenza, que ahora anda pasando el sombrero entre los municipios. Qué tipo tan caradura, como si nadie lo conociera.

01 febrero, 2010 15:31  

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