martes, enero 12, 2010

“¡Exijo una explicación!” . Ernesto Ottone

Así como Condorito exclama “¡Exijo una explicación!”, cuando sus aventuras terminan de manera insólita, la opinión pública, particularmente la internacional, puede exigir —con toda justicia— una explicación frente a los eventuales resultados de la próxima elección presidencial en Chile. Estos son todavía muy inciertos, pero quien hasta ahora lleva ventaja, por primera vez en veinte años, no es la Concertación de Partidos por la Democracia, sino la Alianza, la derecha conformada por los partidos que otrora apoyaron la dictadura de Pinochet.

En toda democracia la alternancia es natural y en Chile, donde el sistema se ha consolidado después de veinte años la alternancia es parte, como en toda democracia, de la naturaleza del sistema. No es allí donde reside lo sorprendente. Lo sorprendente está en que esta alternancia, de producirse, no viene a sellar el fracaso de la Concertación en el Gobierno.

Se podrían hacer muchos análisis críticos, reconocer errores e insuficiencias, pero es imposible desconocer que los últimos veinte años, aquellos que han visto sucederse a cuatro gobiernos de la Concertación, son los veinte años más exitosos de la historia de Chile; de toda la historia de Chile y de todo punto de vista, desde los indicadores económicos, sociales, culturales; desde la estabilidad política a la paz social. Chile está hoy, casi en todos los planos, a la cabeza de América Latina y se puede plantear con credibilidad entrar al umbral del desarrollo en menos de un decenio.....El Gobierno que concluye en marzo del año 2010 saldrá con un apoyo de alrededor del 60% y Bachelet bordeará el 80% de sustentación en la opinión pública.

¿Cómo hace una coalición con tamaños resultados para estar expuesta a perder en las próximas elecciones presidenciales?

Es difícil de entender y de explicar.

Antes de señalar lo obvio —que la política no es pura racionalidad, que en las democracias de la modernidad tardía, las opciones se ligan más que a los programas a los carismas de los candidatos y que la gente elige por su idea de futuro y no en virtud de lo alcanzado— intentemos analizar la particularidad del proceso chileno.

En la construcción de la democracia chilena, no ha existido una sola Concertación de Gobierno, han existido dos. Una que ha estado presente con mayor o menor fuerza en la dirección de los cuatro gobiernos, constituida por quienes proviniendo de tradiciones políticas diversas, maduraron la necesidad de constituir una mayoría sólida de centro izquierda, capaz de construir un ethos reformador, gradualista, que permitiera desmontar la estructura antidemocrática de la dictadura, recomponer la república y avanzar paso a paso a través de una concepción progresista.

La otra Concertación es aquella más enraizada en los intereses partidistas que aceptó la conducción de los primeros como un mal menor, con disgusto y refunfuñando. Una vez desaparecido el miedo a la dictadura, tendió a poner en cuestión la obra realizada, rompió las disciplinas mínimas, se refugió en particularismos, ambiciones más personales que colectivas y prácticas políticas que contaminaron la acción del Gobierno a través de redes antimeritocráticas que la sociedad chilena aceptó cada vez menos, en la medida en que avanzaba su nivel de bienestar, escolaridad, ciudadanía activa y exigencia de bien público.

Malas prácticas también existen en los gobiernos locales que dirige la derecha, pero la opinión pública, con la activa presencia de los medios, se focalizan en la coalición de gobierno.

Las cúpulas de partidos han hecho oídos sordos a abrir la vida partidaria a los ciudadanos, a renovar las prácticas políticas y a promover los cambios generacionales necesarios.

Producto de esa lógica, se llegó a la elección con tres candidatos con origen en la Concertación, uno de los cuales —Marco Enríquez Ominami—, ocupó más por ley física que por virtud moral, ese vacío, obteniendo un 20% de los votos y dejando al candidato oficial con un incómodo 29%, frente al candidato de la derecha que con un apoyo sin fallas de su sector, alcanzó un insuficiente, pero ordenado, 44%.

No es posible predecir lo que ocurrirá el próximo 17 de enero. Si gana el candidato de la derecha, la Concertación deberá refundarse resolviendo sus actuales contradicciones y paradojas, renovándose profundamente, para ser una opción válida en la conducción del país en el futuro. En caso de triunfar la Concertación, deberá hacer exactamente lo mismo y muy radicalmente, pues, si no, está destinada en algunos años más a entonar, definitivamente, el canto del cisne.
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