Mi columna de hace dos semanas atrás terminaba con la siguiente frase: “el escenario electoral permanece aún abierto: ojo con Frei”. Los resultados de la última encuesta CEP confirmaron dicho diagnóstico y muestran que en la medida que se acerque la fecha de la elección, las diferencias se irán estrechando.
Vamos por partes. Piñera sigue siendo teniendo la más clara posibilidad de convertirse en el próximo Presidente de Chile. Consolidó la opción al interior de su sector y, a diferencia de lo ocurrido desde el año 1990, cualquier candidato del oficialismo enfrentará la elección en calidad de aspirante o retador. Con todo, la baja sostenida que experimentó el representante de la derecha en la evaluación de todos los atributos por los cuales se consultó a los ciudadanos, es un claro síntoma de que se instaló la competencia.
A primera vista, Frei debería ser el más satisfecho con los últimos resultados. No sólo aparece como el candidato mejor posesionado de la Concertación, obteniendo comparativamente el más alto rendimiento frente a Piñera, sino también se derriba una suerte de mito o lugar común que se había instalado en la elite política: la candidatura del senador DC contribuiría a fortalecer electoralmente las opciones de la izquierda extraparlamentaria. La evidencia de los resultados, muestra incluso lo contrario.
Sin embargo, no todas son buenas noticias para el ex Presidente. El alto porcentaje de rechazo que provoca su candidatura (46%), aunque menos que la de sus más cercanos competidores oficialista –Lagos (48%) e Insulza (54%)-, pudiera constituirse en un techo político electoral que finalmente conspire contra sus opciones de volver a La Moneda. El desafío de Frei es ampliar su base electoral hacia el voto de centro y de derecha; el otro lo tiene asegurado.
A la luz de lo que expresaron sus más cercanos colaboradores, quien parece no haber tomado los resultados con gran satisfacción fue José Miguel Insulza. No es para menos. Después de meses de indecisiones, las que han sido alimentadas por la resistencia que su candidatura provoca en muchos dirigentes del PPD, la que incluso alcanza a otros tantos dirigentes del PS, la encuesta CEP fue un balde de agua fría que contribuye a generar más dudas que certezas en el ex ministro.
Más allá de la probable distorsión que la renuncia de Ricardo Lagos pudo haber provocado en los resultados del sondeo, el esfuerzo por desacreditar el instrumento es tan peregrino como absurdo. En el caso de los candidatos de la Concertación, se trata de figuras ampliamente conocidas y consolidadas, las que puestas en diferentes escenarios que descartan la mención espontánea, despeja cualquier duda al respecto.
La irrupción del “voto útil” propio de cualquier escenario de competencia, la que adicionalmente se augura muy estrecha –el próximo Presidente de Chile no ganará la elección por más de 300 mil votos- afectará también a los otros posibles candidatos. No es extraño que tanto Adolfo Zaldívar, Alejandro Navarro o Tomás Hirsch alcancen aproximadamente el 5% de las preferencias. El resultado que cualquiera de ellos obtenga será significativo sólo en la medida que tienda a resultar decisivo de cara a una segunda vuelta electoral. De lo contrario, será simplemente una anécdota.
A riesgo de ser majadero, sigue siendo preocupante que un considerable porcentaje de los ciudadanos inscritos, que fluctúa entre el 11% y 15%, manifieste que no votará o lo hará en blanco o nulo. Corregir las deficiencias democráticas que adolece nuestro sistema podría constituir la única novedad para un año electoralmente predecible.
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