jueves, octubre 02, 2008

Las Razones De La Polìtica. R. Fortunatti.

Dentro de la docena de distorsiones cognitivas reconocidas por la ciencia, una es bastante frecuente en la política de nuestros días, la de saltar a conclusiones. Se entiende por saltar a conclusiones asumir algo negativo sin que exista ningún dato empírico que lo confirme. Dicha distorsión admite dos tipos específicos: uno es la adivinación y, el otro, la llamada lectura del pensamiento.

La distorsión de la adivinación consiste en vaticinar el resultado de un evento, y actuar como si fatalmente éste hubiere de ocurrir: «me va a ir mal en esta elección». Quizá ningún ejemplo de profecía cumplida antes de su verificación sea más pertinente al caso, que el ofrecido por el senador Adolfo Zaldívar. Dice Zaldívar que la elección municipal no permite hacer proyecciones de política nacional, razón por la cual no puede deducirse de tales comicios la verdadera fuerza del PRI. El principal motivo de esta dificultad, sería la desidia y la ignorancia de los ciudadanos frente a las ofertas políticas. Así pues, la adivinación de Zaldívar podría leerse del modo siguiente: «nos irá mal en las urnas porque la gente no comprende nuestras propuestas»; que, luego, tras la elección, se convertirá en la frase «como lo dijimos, estos comicios no prueban la fortaleza del PRI».

La lectura del pensamiento es otra distorsión cognitiva que consiste en presuponer las intenciones del otro, y derivar de ellas consecuencias no demostrables. Un ejemplo: «Pepe Auth quiere desordenar el cuadro político, por eso propone las dos listas de concejales y declara que Frei es una buena carta presidencial ». Otro ejemplo: «Frei no quiere participar en las primarias del 14 de diciembre, por eso inventa esta excusa del padrón electoral».

¿Cuál es el error lógico y psicológico de estos enunciados?

Veamos el asunto a través del prisma que nos sugiere el ex diputado Tomás Jocelyn-Holt. Primera sentencia de Jocelyn-Holt: «Hace rato que Auth quiere desordenar el cuadro político: primero promovió las dos listas de concejales y ahora sale con esto. La prueba de su estrategia será el próximo 26 de octubre (elecciones municipales). Ese día se sabrá si el PPD se equivocó o no, pero más allá de eso, los desafíos de la Concertación hacia el próximo gobierno se resuelven ordenando y no desordenando el cuadro, y quien quiera hacerlo tiene que explicar por qué lo hace». Aquí el yerro consiste en suponerle a Auth la intención de desordenar el cuadro político. Pero, además, en dejar suspendida la explicación de lo que se entiende por desorden hasta el 26 de octubre, cuando se pruebe la eficacia práctica de la estrategia de Auth.

Segunda sentencia de Jocelyn-Holt: «Si Eduardo Frei quiere ser candidato, va a tener que persuadir a su familia política a través de dos mecanismos: se inscribe el 14 de diciembre como candidato y gana, o de lo contrario persuade a la Junta Nacional de modificar el procedimiento. Si hay algo que diferencia a Lagos de Eduardo Frei Montalva es que este último dejó un grupo político afiatado que lo trascendió más allá de su vida y yo ni nadie en la DC nos imaginamos que su hijo destruya eso». Podría leerse de una manera más clara y explícita: «Si Frei es candidato presidencial, sin concurrir a las primarias de diciembre y sin haber logrado la adhesión de la Junta, entonces estará destruyendo a la Democracia Cristiana».

Por cierto, cambia el sentido de la expresión; de súbito nos vemos arrastrados a una conclusión inesperada, por excesiva e insostenible. ¿Dónde radica el error? Hay dos premisas falsas aquí. Primera, asegurar que Lagos no deja un grupo político afiatado (opinión irrelevante para el enunciado fundamental), cuestión que no está acreditada. Segunda, sostener que la destrucción de la Democracia Cristiana depende de lo que haga Frei en los próximos días. Algo ilógico, pues la muerte de la colectividad —variable dependiente— no está asociada únicamente al comportamiento político de Frei —variable independiente—, sino a una multiplicidad de factores intervinientes, entre otros, aquellos que precisamente y reclamando coherencia, llevaron a Jocelyn-Holt a avisarle a quien quisiera escucharle que había tomado otra opción.

Quizá esta sea la única demanda de quienes hoy apoyan a Frei: respeto para su opción. Lo que equivale a un mínimo de simetría. Más aún en quienes desde las razones del derecho, deberían contribuir a la racionalidad de la política.