La derecha que no queremos Eduardo Engel*
¿Cuál presidente de América Latina aparece cada semana en largos programas de televisión, visitando algún municipio, respondiendo preguntas de la comunidad, regañando a sus ministros públicamente, destituyendo y deteniendo ilegalmente a funcionarios sin darles oportunidad de responder a las acusaciones que hace el público? ¿Cuál presidente termina asignando sumas importantes del presupuesto mediante estos "shows televisivos"? No, no se trata del programa Aló Presidente de Hugo Chávez, me refiero a los Consejos Comunitarios de Álvaro Uribe de Colombia.Sí. El mismo Álvaro Uribe que tanta admiración causó entre Sebastián Piñera y su equipo. "El llamado estilo Uribe me acomoda plenamente" afirmó el empresario luego de su reciente visita a Colombia. "La Alianza puede recoger del mandatario colombiano la implementación de prácticas novedosas y políticas públicas sensatas" agregó un asesor político del presidenciable de RN hace poco en su columna regular de La Tercera.
Es cierto que las políticas de Uribe para derrotar la guerrilla han sido exitosas. También que la extradición de los líderes del narcotráfico a los Estados Unidos fue elogiada ampliamente, aunque varios analistas argumentan que no tuvo alternativa en vista de indicios crecientes respecto de su relación pasada con paramilitares y narcotraficantes (la distinción entre ambos grupos es tenue en Colombia). Sin embargo, en los ámbitos más tradicionales de las políticas públicas, aquellos donde los problemas de Colombia guardan alguna relación con los de Chile, la evaluación del gobierno de Uribe deja bastante que desear.En política social, Uribe ha enfatizado una serie de programas asistencialistas, que intentan remediar mediante transferencias directas la exigua generación de empleo formal en el país cafetero. Colombia tiene la tasa de desempleo más alta de las siete economías grandes de América Latina y la solución a esta situación pasa por reformas del mercado laboral, no subsidios que tienden a perpetuar situaciones de dependencia.Uribe tampoco ha sido particularmente respetuoso de los contrapesos institucionales: eso de que tener instituciones que funcionen le importa un rábano.
Las agencias de gobierno encargadas de evaluar las políticas públicas han sido debilitadas bajo su gestión. Insulta a los jueces, impreca públicamente al consejo del Banco Central y está a punto de cambiar la Constitución para que ser elegido por tercera vez.**Visité Bogotá, durante una semana, a fines de junio. Dicté varias conferencias, me reuní con destacados políticos y técnicos, incluyendo ex ministros de Estado y un precandidato presidencial. En general, lo que percibí fue una gran frustración con la gestión del presidente Uribe, porque el éxito obtenido en la lucha contra la guerrilla no ha ido acompañado de reformas que contribuyan a un mayor crecimiento futuro y a reducir la pobreza.
El ingreso promedio de Colombia es la mitad del de Chile, queda todavía mucho por hacer y Uribe ha dejado pasar las posibilidades que dio la bonanza internacional de commodities para hacer reformas urgentes.Fue por eso que me llamó la atención cuando me enteré por la prensa de la versión que estaban dando Piñera y su equipo sobre Colombia. No cuadraba para nada con lo que me tocó ver. Una vez más la derecha chilena se dejaba encandilar por alguna experiencia extranjera sin conocerla mayormente. Ya pasó en diciembre cuando un ex primer ministro de Estonia participó en la Enade, o hace unas semanas cuando se puso de moda exagerar los éxitos recientes de Perú.Es cierto que Uribe es de los pocos presidentes de derecha en América Latina y que además fue reelecto.
También es cierto que ha reducido los impuestos a las empresas, una idea siempre popular en la Alianza. Pero eso no significa que haya hecho un buen gobierno. Uribe es un populista de derecha, así como Chávez es un populista de izquierda. Chile no necesita populismos, ni de derecha ni de izquierda. Uno esperaría un poco más de seriedad del presidenciable de RN y su entrono. Esta no es la derecha que queremos.*Eduardo Engel es profesor de Economía de la Universidad de Yale.**Para una bien documentada crítica de las políticas de Uribe, véase el libro "Uribenomics y otras paradojas" de Alejandro Gaviria, Decano de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes (Colombia).
Publicado en La Tercera el Domingo 27 de julio de 2008.
Es cierto que las políticas de Uribe para derrotar la guerrilla han sido exitosas. También que la extradición de los líderes del narcotráfico a los Estados Unidos fue elogiada ampliamente, aunque varios analistas argumentan que no tuvo alternativa en vista de indicios crecientes respecto de su relación pasada con paramilitares y narcotraficantes (la distinción entre ambos grupos es tenue en Colombia). Sin embargo, en los ámbitos más tradicionales de las políticas públicas, aquellos donde los problemas de Colombia guardan alguna relación con los de Chile, la evaluación del gobierno de Uribe deja bastante que desear.En política social, Uribe ha enfatizado una serie de programas asistencialistas, que intentan remediar mediante transferencias directas la exigua generación de empleo formal en el país cafetero. Colombia tiene la tasa de desempleo más alta de las siete economías grandes de América Latina y la solución a esta situación pasa por reformas del mercado laboral, no subsidios que tienden a perpetuar situaciones de dependencia.Uribe tampoco ha sido particularmente respetuoso de los contrapesos institucionales: eso de que tener instituciones que funcionen le importa un rábano.
Las agencias de gobierno encargadas de evaluar las políticas públicas han sido debilitadas bajo su gestión. Insulta a los jueces, impreca públicamente al consejo del Banco Central y está a punto de cambiar la Constitución para que ser elegido por tercera vez.**Visité Bogotá, durante una semana, a fines de junio. Dicté varias conferencias, me reuní con destacados políticos y técnicos, incluyendo ex ministros de Estado y un precandidato presidencial. En general, lo que percibí fue una gran frustración con la gestión del presidente Uribe, porque el éxito obtenido en la lucha contra la guerrilla no ha ido acompañado de reformas que contribuyan a un mayor crecimiento futuro y a reducir la pobreza.
El ingreso promedio de Colombia es la mitad del de Chile, queda todavía mucho por hacer y Uribe ha dejado pasar las posibilidades que dio la bonanza internacional de commodities para hacer reformas urgentes.Fue por eso que me llamó la atención cuando me enteré por la prensa de la versión que estaban dando Piñera y su equipo sobre Colombia. No cuadraba para nada con lo que me tocó ver. Una vez más la derecha chilena se dejaba encandilar por alguna experiencia extranjera sin conocerla mayormente. Ya pasó en diciembre cuando un ex primer ministro de Estonia participó en la Enade, o hace unas semanas cuando se puso de moda exagerar los éxitos recientes de Perú.Es cierto que Uribe es de los pocos presidentes de derecha en América Latina y que además fue reelecto.
También es cierto que ha reducido los impuestos a las empresas, una idea siempre popular en la Alianza. Pero eso no significa que haya hecho un buen gobierno. Uribe es un populista de derecha, así como Chávez es un populista de izquierda. Chile no necesita populismos, ni de derecha ni de izquierda. Uno esperaría un poco más de seriedad del presidenciable de RN y su entrono. Esta no es la derecha que queremos.*Eduardo Engel es profesor de Economía de la Universidad de Yale.**Para una bien documentada crítica de las políticas de Uribe, véase el libro "Uribenomics y otras paradojas" de Alejandro Gaviria, Decano de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes (Colombia).
Publicado en La Tercera el Domingo 27 de julio de 2008.
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