Un despido doloroso. Myriam Verdugo.

Ayer, al mediodía, y ante la expectación de todos los medios de comunicación, renunciaron a la Democracia Cristiana cinco diputados estrechamente unidos al senador Adolfo Zaldívar en torno al discurso crítico respecto de la forma de gobernar de la Concertación -alejada de la gente- y del partido, que se encuentra enfrascado en luchas de poder y, peor aún, en la opción de mantener el poder por el poder.

Es lamentable que estas cinco personas a quienes, con certeza, les costó mucho dar este paso debido a sus historias personales y familiares en torno a la DC, hayan emigrado. Lo hicieron no sólo por las diferencias con la actual gestión, sino también por el permanente hostigamiento de sus "camaradas".

Es triste su alejamiento, pero más triste es que se persista en la intimidación y en la interpretación antojadiza de la realidad. Se dijo, en un comunicado de la DC, que los diputados que se alejan lo hacían por "consideraciones individuales por sobre la lealtad con los valores y principios".

De nuevo el lenguaje agresivo, descalificador. Es bueno que la gente se pregunte si efectivamente hubo consideraciones personales, ya que lo que ellos hicieron fue poner en riesgo su continuidad en el parlamento. Sabido es que el sistema binominal, en la práctica, imposibilita la elección fuera de los dos conglomerados avalados por la Constitución de Pinochet. Así, estos parlamentarios, fueron capaces de dar señas claras de verdadero servicio público; aquel que no necesita de cargos ni honores para trabajar por los más necesitados. Ojalá algunos aprendan.