miércoles, enero 10, 2007

..EDIT. REVISTA IMPACTO.."UNA PAUSA REFLEXIVA"...

Lo vivido en las últimas semanas, definido por algunos como “el problema que vive la Concertación”; percibido por otros como parte de una “operación política” destinada a dar vida a nuevos conglomerados, resulta tan sólo ser la guinda de la torta de un proceso de descomposición de la coalición gobernante, que comenzó hace muchos años.
Comenzó cuando dejó de haber un proyecto político institucional como el que unió a 17 partidos durante la dictadura militar, apoyado por un contingente social formado por trabajadores, estudiantes, mujeres, adultos mayores.
El primer gobierno arrojó como cifras finales uno de los mayores crecimientos del país, una fuerte disminución de la extrema pobreza y un aumento del producto per cápita. El segundo gobierno, también dirigido por uno de los nuestros, Eduardo Frei Ruiz Tagle siguió durante los primeros cuatro años una línea de progreso hasta que la crisis asiática nos afectara con fuerza.
Pero luego, y no estamos personalizando las culpas, la Concertación comenzó a dar tumbos. Que hay tras este desastre: una falta de proyecto político, una falta de visión de país como conglomerados y como partidos, vistos en forma independiente. Porque seamos claros ¿cuál es la propuesta país de la DC, por ejemplo? La respuesta es simple: más de lo mismo. Ni siquiera el congreso “ideológico” ha sido capaz de poner en marcha un proceso de revitalización, de diseño, de proyecto.
¿Puede entonces sorprendernos lo que ha pasado en el último tiempo con los escándalos de corrupción; con las declaraciones y peleas internas de los cuatro partidos “del arco iris”; con la expulsión (¿buscada?) de Schaulson; con el silencio sospechoso de muchos dirigentes políticos que parecen querer superar la crisis actual bien resguardados, por no decir escondidos del escrutinio público? NO.
La Concertación de partidos por la democracia es una sociedad, integrada hoy por cuatro vecinos. Uno de ellos no sólo está en crisis interna, sino que contamina todo el barrio. Sus problemas terminan afectando a todos los socios o vecinos. La expulsión de Schaulson por hacer uso del derecho a la libertad de expresión es negativa, produce desconfianza. ¿Qué se busca? ¿Silenciar o establecer claridad y verdad?
Al estar dañados gravemente los cimientos de esta sociedad que no ha sido capaz de repensarse, de enfrentar sus fracasos, de atreverse a romper con las cadenas del pasado, obliga a pensar seriamente en la viabilidad del proyecto político. ¿Debe seguir la Concertación? ¿Para qué seguir? ¿Con quién seguir?
Como está claro que los principales actores políticos no están pensando, sino reaccionando a la música que se les ponga, creemos seriamente que este conglomerado político debe declararse en proceso de congelación.
Debe existir la generosidad suficiente como para decirle a la Presidenta: “busque a los mejores y las mejores con independencia de porcentajes para tal o cual partido. Tome el timón usted, no el Primer Ministro Velasco, y déle rumbo a esta nave que se encuentra al garete. Salve a su gobierno. Queremos que su gobierno sea exitoso, pero para ello debe desprenderse de las rémoras”.
La crisis que vive el mundo político en general es grave. Y, lo doloroso para nosotros como demócrata cristianos es que hemos visto a nuestro partido guardando silencio. La DC obtuvo un millón de votos en las últimas elecciones y no le está dando respuesta, ni señales. ¿O es que nuestra gente está esperando que pase el chaparrón?
La crisis política es de tal nivel, y la Concertación ha fallado tan grandemente que terminaremos gobernados por el Ministro de Hacienda y los empresarios. Así de claro.
Presidenta, queremos verla como una Reina Victoria y no como una reina Isabel. La queremos ver llamando a un gobierno de unidad nacional, capaz de convocar a una Asamblea Constituyente que diseñe una Constitución verdaderamente democrática, con los equilibrios y contrapesos necesarios. El inconsciente colectivo todavía la apoya ante el vacío de propuestas y liderazgos. Por ello el país necesita que usted abra un escenario distinto. Propositito, audaz, valiente.
Venzamos el miedo que paraliza. Si hay que terminar, congelar o hibernar a la Concertación hagámoslo, pero primero seamos concretos en permitir los espacios para una investigación minuciosa de lo obrado; pidamos que la Corte Suprema designe un ministro especial para conocer de estos bochornosos hechos. Asumamos que lo que pasa en los partidos que la llevaron al poder no pueden no ser materia de su atención. Presidenta, que esta crisis no se esconda poniendo bajo el tapete la suciedad. Las futuras generaciones no se merecen eso.

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