lunes, septiembre 11, 2006

...FUEGO EN LA MONEDA.....

Posted by Picasa Por Myriam Verdugo:

Ayer, las imágenes que llegaron hasta nuestros hogares y que hoy forman parte de las páginas de los medios de comunicación, mostraron una ventana del Palacio de Gobierno en llamas producto de una bomba Molotov lanzada por un joven manifestante. Si algo quedó grabado a fuego el 11 de septiembre de 1973 en nuestra memoria fue la imagen de La Moneda en llamas.
El hecho marcó el fin de la democracia por 17 años, pero también significó el triunfo de la intolerancia. Efectivamente, todos los actores políticos cayeron en esos años en una espiral de violencia verbal, de descalificación sin precedente. Nadie puede sentirse libre de haber contribuido con fuerza al quiebre institucional. Nadie. Ni derecha, ni izquierda ni centro político. Los primeros acusaban a la izquierda revolucionaria de buscar la instauración de un régimen totalitario, de no respetar la propiedad privada, de querer terminar con la vida de empresarios, religiosos y representantes de la derecha política. La gente de izquierda denunciaba la explotación de trabajadores y campesinos y anunciaba la creación de un nuevo orden. El centro político, cual Hamlet, se debatía entre el ser o no ser. Sus posturas políticas lo acercaban a la introducción de cambios importantes en la estructura económica, pero rechazaba la forma en que se estaban realizando en el gobierno de Salvador Allende.
Cuando se dieron cuenta de que el país iba indefectiblemente a un quiebre, se realizaron esfuerzos para buscar una salida. Esfuerzos en los que la Iglesia Católica tuvo un rol relevante.
Nada sirvió. La gris mañana del 11 de septiembre de 1973, con la irrupción brutal de las fuerzas armadas y de orden, Chile comenzó a vivir los 17 años más dolorosos y vergonzosos de nuestra historia. El fuego en La Moneda fue el símbolo de lo que vendría: dolor, represión, infamia, delación, represión, crímenes, exilio. Imposible aceptar que la decisión de optar por la economía de mercado es suficiente para borrar todo lo execrable.
Ayer, de nuevo había fuego en La Moneda. Imposible comparar ambas situaciones. Pero es un símbolo. No es menor lo que ayer pasó. No es menor ese tipo de manifestaciones que se vienen desarrollando desde hace tiempo y en diferentes lugares. En el norte, en el sur, en Santiago jóvenes, hombres, mujeres, hasta niños, se manifiestan con violencia, con rabia. Son amplios sectores que se sienten excluidos del sistema. No se sienten interpretados por la Concertación, ni por los partidos de la izquierda extra parlamentaria, muchos menos por la Alianza.
Si no ponemos atención a esta molestia, a esta desazón, y tratamos efectivamente de integrar a esta sociedad a toda la gente, probablemente veremos el incremento de acciones de este tipo. Lo de hoy ya representa un fuerte aumento respecto de las manifestaciones de hace tres o cuatro años. ¿Cuál es la mejor forma de responder? ¿Sólo con represión, o con una revisión de la sociedad que estamos construyendo?
Nuestra voz ha sido una voz en el desierto cuando hemos representado inquietud por esta situación. Ojala nuestros políticos, tanto de gobierno como de oposición, sean capaces de ver más allá y reaccionen buscando las reales causas de este malestar y contribuyan generando políticas inclusivas.
Fuego en La Moneda. Ojala que se haya tratado de un episodio sin relevancia, sin repercusiones. Ojala que este país de la abundancia para unos pocos sea capaz de efectivamente lograr la igualdad de oportunidades, y sea capaz también de integrar a todos sus hijos e hijas.