jueves, abril 08, 2010

Sobre los conflictos de interés .Álvaro Fischer Abeliuk

Los conflictos de interés son consustanciales a la condición humana. Están en todas partes y ocurren permanentemente: cuando dos personas amigas se disputan el amor romántico de una misma tercera persona, cuando un cirujano tiene un paciente cuya indicación quirúrgica no es categórica, pero realizarla le permite recibir los honorarios asociados, o cuando un funcionario público pretende adjudicar una licitación a un proponente por amistad o parentesco. Los dos primeros son conflictos de interés que sólo atañen a los involucrados, en cambio el último atañe al interés público.
Es tal la prevalencia de los conflictos de interés en la interacción humana, que los biólogos y psicólogos evolucionarios han mostrado que nuestra corteza cerebral evolucionó hasta alcanzar el gran tamaño que tiene justamente para procesar los complejos patrones conductuales que implica vivir en grupos y los conflictos que ello provoca, y que esa presión de selección hizo que además tengamos una disposición moral, biológicamente construida, que orienta nuestras conductas. En otras palabras, nuestro cerebro no evolucionó para pensar, sino para generar comportamiento, en general, moralmente fundado. Los conflictos de interés están en el corazón de nuestros juicios morales, y los que involucran el interés público ingresan al campo de la política......¿Cómo enfrentar los conflictos de interés público en las sociedades modernas, abiertas y democráticas en las que aspiramos vivir? Una manera de abordarlos es aceptar que como no es posible evitarlos, debemos someter al escrutinio público la manera en que se resuelven. Ello requiere conocer los conflictos de interés a los que se exponen los funcionarios públicos, y tener total transparencia respecto de sus bienes, intereses y decisiones. En esta modalidad cada individuo deberá decidir si desea correr el riesgo político —él y su conglomerado— de someter al escrutinio público su actuación, en el caso de que mantenga conflictos de interés mientras ejerce su cargo. Por ejemplo, el Presidente Piñera decidió no correr el riesgo de mantener la propiedad de LAN y aún no conocemos su decisión definitiva respecto de Chilevisión. Sin embargo, esa forma de abordar los conflictos de interés, como sólo actúa después de los hechos, mediante la sanción política o electoral, no necesariamente evita que se resuelvan en favor del interés privado.

Por eso, para algunos eso es insuficiente, y proponen una manera alternativa de enfrentarlos, procurando evitar que se produzcan, estableciendo una serie de incompatibilidades, inhabilidades e inhibiciones en el ejercicio de los cargos públicos, que impidan que sus funcionarios se vean enfrentados a conflictos de interés cuando tomen sus decisiones. Sin embargo, como la mayoría de las actividades privadas están sometidas a fiscalización, legislación o decisiones por el sector público, cualquier agente que venga del sector privado y tome un cargo en el sector público podría enfrentar algún tipo de conflicto de interés al encontrarse en la eventual necesidad de tener que fiscalizar, legislar o decidir respecto de su actividad previa (incluso si ya se ha desligado de ella, pues podría querer volver a tomarla al finalizar su función pública). Extremando el argumento, los privados podrían quedar excluidos de trabajar en el sector público, lo que equivaldría a una odiosa discriminación que, además de injusta para los afectados, sería tremendamente perjudicial para el país, que perdería el aporte de una parte importante de sus ciudadanos más talentosos.

Una posible solución a este problema es establecer inhabilidades de carácter general, razonables y acotadas, e instituir un panel de expertos independientes que determine qué hacer en los casos particulares discutibles, pues resulta imposible que la ley se ponga de manera anticipada en todos los casos posibles. Así, los fallos de ese panel pueden ir estableciendo una jurisprudencia para casos futuros, como se ha intentado hacer con la ley de transparencia. Los detalles de un proyecto como ése deberían ser estudiados con especial cuidado, pues claramente se trata de un tema complejo, en el cual es muy fácil caer en simplificaciones y caricaturas.
En esta materia, al país le haría bien una discusión sofisticada y con altura de miras, como se merece una nación del siglo XXI que aspira a ser desarrollada en el corto plazo.
[+/-] Seguir Leyendo...