¿Nuevas oportunidades? Cecilia Valdes
Ya casi se ha hecho habitual en Chile condenar las violaciones a los Derechos Humanos que se cometen en Cuba. Con matices más o menos es un tema que, al menos en la Concertación, parece ser de sentido común.
Sin embargo, la oportunidad escogida por tres senadores de la Democracia Cristiana y el sentido político que se le dio a su visita al Presidente Piñera, sin duda ha constituido un hecho del que han surgido legítimas diferencias y críticas públicas.
Al parecer, no es casual que se haya utilizado el muy vigente conflicto cubano para hacer aparecer a una Democracia Cristiana más cerca del nuevo Mandatario. Efectivamente, existe un sector al interior del PDC que se culpa por haber descuidado el centro político, explicándose de esa forma la pérdida sostenida de poder político que ha sufrido en las últimas elecciones populares. Excepción es la pasada renovación parcial del Senado, en donde el sistema binominal, esta vez, le dio un aventón al partido de la falange.
Por cierto también existen otras explicaciones para la pérdida de protagonismo de la DC en la política chilena, las que tiene que ver más con la realidad que con la ficción, como el desgaste de su nexo con la ciudadanía, la falta de renovación de su discurso y de sus dirigentes, eternas reelecciones de sus representantes y candidatos, nula interpretación de la nueva sociedad, etc.....Entonces, parecería que la Democracia Cristiana más bien debe preguntarse cómo interpretar a los cuatro millones de chilenos que no participan en acto electoral alguno porque simplemente no les interesa o porque consideran que estar sometido al sistema es una carga y no un derecho que conlleva responsabilidades.
Por ello, más que acercarse al Presidente Piñera, la Democracia Cristiana debería estar pensando en cómo representar las nuevas demandas de la sociedad chilena, pues ahí es donde existe un espacio político que aún nadie ha podido interpretar y es de vital importancia darle cabida en el concierto político del país. De esa forma, también podrá hacerse cargo de las críticas que la sociedad chilena hace al sistema político, lo que constituye una saludable manera de mejorar las capacidades de los partidos políticos para ir avanzando. Lo otro es seguir preocupado “por el verde pasto del vecino”, sin capacidad de autocrítica alguna.
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Sin embargo, la oportunidad escogida por tres senadores de la Democracia Cristiana y el sentido político que se le dio a su visita al Presidente Piñera, sin duda ha constituido un hecho del que han surgido legítimas diferencias y críticas públicas.
Al parecer, no es casual que se haya utilizado el muy vigente conflicto cubano para hacer aparecer a una Democracia Cristiana más cerca del nuevo Mandatario. Efectivamente, existe un sector al interior del PDC que se culpa por haber descuidado el centro político, explicándose de esa forma la pérdida sostenida de poder político que ha sufrido en las últimas elecciones populares. Excepción es la pasada renovación parcial del Senado, en donde el sistema binominal, esta vez, le dio un aventón al partido de la falange.
Por cierto también existen otras explicaciones para la pérdida de protagonismo de la DC en la política chilena, las que tiene que ver más con la realidad que con la ficción, como el desgaste de su nexo con la ciudadanía, la falta de renovación de su discurso y de sus dirigentes, eternas reelecciones de sus representantes y candidatos, nula interpretación de la nueva sociedad, etc.....Entonces, parecería que la Democracia Cristiana más bien debe preguntarse cómo interpretar a los cuatro millones de chilenos que no participan en acto electoral alguno porque simplemente no les interesa o porque consideran que estar sometido al sistema es una carga y no un derecho que conlleva responsabilidades.
Por ello, más que acercarse al Presidente Piñera, la Democracia Cristiana debería estar pensando en cómo representar las nuevas demandas de la sociedad chilena, pues ahí es donde existe un espacio político que aún nadie ha podido interpretar y es de vital importancia darle cabida en el concierto político del país. De esa forma, también podrá hacerse cargo de las críticas que la sociedad chilena hace al sistema político, lo que constituye una saludable manera de mejorar las capacidades de los partidos políticos para ir avanzando. Lo otro es seguir preocupado “por el verde pasto del vecino”, sin capacidad de autocrítica alguna.
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