Documento de Gabriel Ascencio a la Bancada PDC.
Origen de la Concertación
Durante los años de dictadura era usual que nos juntáramos, los que luchábamos, suponiendo lo que queríamos hacer por el país, una vez que lográramos derrotar a Pinochet.
En general poníamos el acento en las libertades individuales, recordando la vieja frase del Presidente Frei Montalva, “cuando nos den a elegir entre la libertad y el pan, elegiremos la libertad, para seguir luchando por el pan”. Y nos alentaba la enseñanza del querido Renán Fuentealba (padre), con su insistencia de la obligación de los cristianos en política para luchar por la justicia social, como imperativo esencial de la política del Partido Demócrata Cristiano.
Y aquí estamos, habiendo conquistado la libertad. ¿Y la Justicia Social? Esa relación de justicia entre los que tienen más y los que tan poco pueden, ¿qué hemos hecho?
Ese debe ser el primer elemento de nuestra reflexión, luego de 18 años de gobierno. Finalmente nos juzgarán por ello. La conquista de la democracia, con todas sus imperfecciones pasará a segundo lugar. Los chilenos nos preguntarán, más temprano que tarde, por nuestra promesa de justicia…y la respuesta no será fácil.
Rol de la DC
En este marco, la DC colabora a una alianza de gobierno que ha durado incluso mas que los mas entusiastas cálculos iniciales. La mantención del sistema binominal ha ayudado a que esto sea así., Tal vez por ello nuestro partido no ha estado nunca tan entusiasmado con que se provoque su modificación. Y que decir de los parlamentarios, que nos beneficiamos de su mantención.
Pero claro, la promesa era otra. La DC sería la impronta cristiana en la alianza política; dicho de otro modo, sería la que impulsaría las transformaciones hacia una sociedad donde el valor de la persona humana fuera el centro de la preocupación de las instituciones de la república.
¿Dónde se representa hoy la impronta DC en la gestión de gobierno?
No es fácil la respuesta. Si revisamos la prensa de los últimos meses, es difícil encontrar la voz oficial de la DC en temas relevantes de la actividad nacional; mas bien se nos percibe como un grupo de ávidos ansiosos de poder. “Ahora nos toca”; “tenemos el mejor derecho”; “la DC no resiste otro gobierno que no lo dirija uno de los nuestros”, etc., es lo mas frecuente de nuestras declaraciones. ¿Y la promesa de justicia social? Aún espera.
Logros de los gobiernos
¿Cómo debemos medir los logros del gobierno?
Cada vez que preguntamos de esto, nos quieren llenar de cifras: que la construcción de carreteras; que los puertos; que el incremento de las exportaciones; que los TLC, etc.
Y de nuevo, ¿y la justicia social?
Ya sabemos, somos uno de los veinte países con peor distribución del ingreso del mundo. ¿Esa era la promesa?
Que se ha triplicado la inversión en educación: Es cierto, pero siguen habiendo 500 escuelas unidocentes, claro, en las zonas mas pobres, donde los niños estudian en la misma sala, desde primero a sexto básico, todos juntos, con un solo profesor.
Muy importante los TLC, para exportar, sobre todo productos primarios. ¿Y los trabajadores del sector agrícola?
La mujeres temporeras siguen ganando 5 o 6 mil pesos por día, IGUAL QUE HACE DIEZ AÑOS, deben hacer pichí en las acequias y comer en el suelo. ¿Esa era la promesa?
Por lo menos no para algunos, no era eso lo que nos motivaba a salir a las calles, no en los finales de los ochenta, sino inmediatamente después del 73.
¿Saben ustedes, camaradas, que durante el gobierno del Presidente Lagos, las grandes empresas del país DUPLICARON su patrimonio?
Que lata, el primero que lo denunció fue el Senador Longueira.
¿Y cuantos microempresarios o pequeños empresarios corrieron igual suerte?: ninguno, por cierto. ¿Y la justicia social? Muy bien, gracias.
Y seguimos escuchando a nuestros ministros de hacienda, jactanciosos, por las cifras de crecimiento de los negocios, por ejemplo del retail, donde los niños pobres trabajan por la propina, en los supermercados, debiendo luego, durante una hora, limpiar los locales, ahorrando a estos “empresarios exitosos” incrementar brutalmente sus utilidades. ¿Y la justicia social? Mucho pedir. ¿Y la justicia laboral entonces?, aquella que impide el trabajo infantil. Tampoco. ¿Y el rol de la DC al respecto?
Y resulta que tenemos, como nunca, treinta mil millones de dólares ahorrados en el extranjero. ¿Para qué? Para cuando tengamos necesidad de divisas. Dicho de otro modo, hoy no tenemos necesidades. Claro, nosotros no las tenemos, pero ¿y los que están fuera de nuestra burbuja? Bueno, ellos están afuera. ¿Y la promesa? Desde aquí ya no se escucha.
“Enclaustramiento de la política”
Con una perspectiva como la que hemos señalado, es evidente que la actividad política se ha ido enclaustrando; los chilenos que participan son cada vez menos; el envejecimiento del padrón electoral es abismante; la huida de los jóvenes hacia otras formas de expresión es masiva y, todavía no escuchamos el mensaje. Seguimos convencidos que sólo importan nuestras propias opiniones y, lo que es peor, nuestras propias preocupaciones, mucho mas cercanas a las conveniencia que al sentido de bien común. (Que concepto mas raro, a estas alturas).
Todos los partidos se achican, en consecuencia. Pero tal vez el nuestro sea el único que se achica por propia vocación.
Las diferencias internas se zanjan con expulsión de un senador, (el 17% de la bancada) y se presiona, hasta alejar a casi el 25% de la bancada de diputados, a los cuales tratamos de la peor forma, por no votar como nosotros quisiéramos, después de haberlos ninguneado, incluso con grosería. Claro, es mejor aliarse con la derecha, incluso dándole el liderazgo en derechos humanos, al interior de la Cámara de Diputados. Que raro, al senador se le expulsó usando como argumento entendimientos con la derecha.
¿En que nos vamos convirtiendo entonces?
En un club cerrado, sin convivencia ni aceptación de ninguna opinión fuera de la ortodoxia; aunque ello nos disminuya. Pero no importa, si somos menos, tenemos mas “poder pér cápita”, como se atreven a decir algunos, con particular desenfado.
Solo ello importa.
Y esto no solo daña al partido, también al gobierno. Este sectarismo y mezquindad permitirá que el gobierno no cuente con mayoría en ninguna de las dos ramas del congreso en la mitad de su período. Y aumentará la sensación de deterioro, que acompaña el fortalecimiento de la oposición.
Todo por poner la ambición personal por sobre los intereses colectivos. El partido al servicio de las aspiraciones de sus dirigentes. ¿Qué nos diría Don Bernardo si nos pudiera ver? O el maestro Castillo. Dios quiso que no tuvieran la oportunidad de ver este horror. Gracias a Dios.
Lo peor, es que tanto esfuerzo miserable puede terminar en nada. Surgida otra opción, que ya aparece, disminuyendo el oráculo sacrosanto de las encuestas, no nos quedará nada, salvo la persistencia en que “ahora nos toca”
Y ello tratará de ser impuesto, aunque nuestro Congreso nacional haya dicho otra cosa, que deben haber primarias para legitimarse.
Que importa el Congreso, si ya lo escamoteamos, en educación, en regionalización, en acuerdos sobre el rol de la mujer, EN TODO. Escamotear ahora un simple mecanismo, será juego de niños.
Disminución del rol del Congreso
Desde el punto de vista institucional, la Cámara de Diputados tiene, entre sus funciones esenciales, fiscalizar los actos de los funcionarios públicos. Ese rol se ha deteriorado notablemente. Por una parte, quienes somos parlamentarios oficialistas nos negamos ha ejercerlo, suponiendo que con ello “le hacemos un daño al gobierno” y, los parlamentarios de oposición intentan cumplir la función, obstruida por nosotros, lo cual politiza, por uno y otro lado una responsabilidad que debiera ser esencial en nuestro quehacer cotidiano.
El caso mas notable de esto es la acusación a la Ministra de Educación, que se ha tramitado en estos días.
Desde el gobierno y el oficialismo se impele a los parlamentarios a actuar “en conciencia” y en base a los méritos de la presentación.
Dicho en castellano real, a que voten de acuerdo a la interpretación oficial pues, si alguien se forma la convicción, “en conciencia”, luego de analizar los méritos y tiene una opinión distinta, entonces es execrable; digno de reproche y, por cierto, sometido a sanciones y amenazas.
¿Con que autoridad moral entonces interpelamos a los demás a actuar en conciencia, si no permitimos que ninguno de los nuestros lo haga?
Así, la actividad en el congreso pasa a ser, para los parlamentarios oficialistas una mera caja de resonancia de las necesidades u opiniones del ejecutivo.
Perdida de la capacidad de representación de los partidos
De este modo, seguimos dañando la actividad política y entregando el peor mensaje a quienes se alejan cada vez mas de esta forma de representación.
Que lejana suena la enseñanza de Maritain respecto al rol de representación “entre el hombre y el estado” que le cabe a los partidos políticos y a sus representantes.
Nada de eso queda en pie. Solo vale el interés de corto plazo. La convicción y la verdad, a segundo plano. El correcto uso de los recursos del estado, depende: si están involucrados mis parientes, mis camaradas o los de mi lote, hay que hacer la vista gorda, utilizando todos los argumentos para desvirtuar la verdad, incluso usando para ello la vil mentira, o campañas de opinión tan repudiables como las de aquellos regímenes totalitarios, a los que antes nos oponíamos.
Es válido preguntarnos a esta altura a quién representamos. La respuesta fácil es “a la DC”, “a los camaradas”. Qué lástima, cada vez que escuchamos esto.
Antes queríamos representar al país entero, o, por lo menos a las mayorías que nos necesitaban. Como le gustaba decir a Tomic, éramos “la espada y el escudo de los pobres”
Hoy hemos terminado siendo la espada de los grupos de poder y el escudo de los poderosos. Que vergüenza.
Por nuestra narices desfilan los estudiantes pobres, sin ayuda ni perspectiva; los trabajadores contratistas, explotados incluso por empresas del estado; los pobladores que no pueden pagar dividendos que servirían para comprar dos o mas viviendas que la que alguna vez adquirieron; los micro y pequeños emprendedores, sin ayuda de nadie; las mujeres pobres, que quieren tener sexo igual que las mujeres pudientes; las minorías de todo tipo, marginadas y discriminadas; los papás y mamás que ya no ven a sus hijos, pues trabajan diez o doce horas y se trasladan dos o tres mas, con la humillación de un sistema de transporte que ayudamos a crear; los trabajadores del campo, que alguna vez creyeron que les devolveríamos su dignidad y que hoy retroceden a formas de trabajo propias de la edad media; en fin, todos los postergados “del sistema”, que hemos transformado en el principal referente de nuestra política y que defendemos como un fetiche intocable, aunque las grandes mayorías sean mas víctimas que actores.
¿Y la promesa de que esto no sería así? ¿Y la Justicia Social?
Nada. Haya que cuidar el modelo.
Otro decía: “hay que cuidar a los ricos, pues ellos generan la riqueza”? ¿Se acuerdan? Por lo menos era mas honesto, o mas burdo, si se quiere. Pero nosotros encubrimos lo que nos da vergüenza. Y queremos conformar a los que miran el banquete, con la promesa que eso es lo mejor para ellos…en el futuro. Siempre en el futuro.
Agudización de la ineficiencia para gobernar y aumento de la corrupción
Durante los tres primeros gobiernos de la concertación, se nos dijo, con insistencia, que los avances sociales debían ser graduales, para no afectar “los equilibrios macroeconómicos”, sentencia repetida como monserga, incluso por los que todavía no saben lo que ello significa.
Hoy tenemos un aumento explosivo de la inflación; crecimiento alrededor del 4%; tipo de cambio en el piso y, miles de millones de dólares en el exterior.
Es decir, no tenemos un buen récord en materia macroeconómica; estamos llenos de plata y no podemos, como estado ir en ayuda de los que mas lo necesitan, claro, salvo algunas migajas; lo grueso está reservado para otros sectores.
Aceptemos que no se pueden incorporar a la economía una gran cantidad de dólares, de una vez. ¿Y por qué no entonces miles de becas, al extranjero, para alumnos pobres y capaces? Los dólares se gastarían entre cuatro y cinco años y, además, con pago en el exterior.
¿O un programa de mediano plazo, para terminar con los allegados y financiar las necesidades de los deudores hipotecarios?
¿O incentivos reales, que vayan a potenciar el sector de microempresarios? Pero de verdad, no con iniciativas que todos saben que son retórica para ese sector y SIEMPRE una certeza para los medianos y grandes.
Pero claro, aquí chocamos con la ideología gobernante: el neoliberalismo llevado a sus últimas consecuencias.
¿Qué tiene esto que ver con nosotros, o con lo que alguna vez le ofrecimos al pueblo?
¿O con lo que cada vez salimos a decir en las campañas?
Nada por cierto, nada de nada.
Y nos quieren convencer que así se gobierna con eficiencia. Jamás se gobernará con eficiencia si los frutos del desarrollo favorecen tan desigualmente a ricos y a pobres. Y en “nuestros” gobiernos esta es una realidad que no se puede seguir escondiendo.
Allí están los de las sillas musicales, que ahora han ampliado el abanico de sillas, haciendo llegar el trencito hasta las empresas privadas. Allí van, de un sector a otro, con tanta impudicia como información privilegiada.
¿Y acaso, no era incompatible servir a dos señores?
Ahora no, eso está pasado de moda.
Entonces, abandonados ya los principios colectivos, también se puede abandonar la ética individual.
Y asistimos todos los días a nuevas informaciones acerca de la falta de probidad de nuestros funcionarios, entre ellos, tan “distinguidos camaradas”.
Entre “desorden administrativo”, “desprolijidad”, falta de controles, etc. queremos esconder una verdad que ya no se puede ocultar. La corrupción en el aparato público es mucha mas que la que queremos aceptar. Y creemos, de manera vana, que escondiendo la verdad ayudamos al gobierno.
Nada mas absurdo. Pero sobre todo, nada mas lejano de la ética de servicio que alguna vez dijimos tener.
Todos los regímenes que se encapsulan terminan en las peores formas de corrupción, sobre todo cuando no hay una fuerza moral dispuesto a enfrentar la verdad. Hoy no lo hacemos e inventamos cuanto subterfugio encontremos a la mano para no reconocer la realidad.
Y como en toda tragedia griega, avanzamos inexorablemente hacia un final dramático, que conocemos como tal, pero que nos negamos a reconocer, mientras creamos estar, en lo individual, a cubierto de sus consecuencias.
No es posible seguir amparando y participando de esa repudiable conducta de manada, que se transforma en mafiosa, si mafiosa, cuando la conocemos y la ocultamos, para protegernos recíprocamente. Y cuando amenazamos a aquel que no está dispuesto a seguir el rebaño.
Esto no es aceptable.
No es aceptable la apelación a una disciplina que nace de la necesidad de ocultar la verdad.
No es aceptable una disciplina que solo busca encubrir al corrupto.
No es aceptable una disciplina para esconder el mal uso de los recursos que el estado tiene destinado a las necesidades de los mas pobres.
Ya no mas.
Como siempre: vuelta al origen
¿Qué hacer?
Tal vez, como siempre, volver al origen.
A releer al maestro Castillo y recordar que este partido alguna vez quiso ser un Partido de Vanguardia. No de centro, administrador del status quo.
Y recordar:
Que gobernamos para hacer “una revolución en libertad”; que nos enfrentamos a la oligarquía de derecha para “devolver la dignidad de los campesinos”.
Que nuestros mayores, dejaron los pies en la calle, organizando al pueblo, no aplaudiendo la represión cuando los pobres protestan, como hacemos hoy.
Que iniciamos un programa de anticoncepción, HACE CUARENTA AÑOS, mas progresista que el que hoy quieren nuestros dirigentes conservadores.
Que dijimos que la alegría venía; que había que gobernar con equidad; que tendríamos “gobierno ciudadano”.
En fin, si recordamos todo esto y nos da algo de pudor, entonces todavía hay esperanza.
Pero si como ocurre hoy, nos seguimos engañando, creemos que vivimos en país que pinta el ministro de hacienda y el discurso oficial; entonces las mayorías postergadas tendrán que entender que ya no cuentan con nosotros.
Esa es la realidad de hoy.
Es posible una derrota, en parte buscada
La probabilidad que seamos derrotados en la próxima elección presidencial es una realidad que no podemos seguir soslayando.
Hemos realizado todo lo necesario para que ello ocurra.
La Democracia Cristiana, como todo partido, debe trascender a los gobiernos, incluso a los que ayuda a sustentar. Nuestra misión va mas allá del ámbito temporal del gobierno de turno.
Es posible entonces que el pueblo nos ponga en la oposición.
Y allí querremos desplegar las banderas de la Justicia Social, como aspiración “de lo que se debe hacer”, pero que si no lo iniciamos hoy, no seremos creíbles.
¿Por qué nos creerán, si cuando tuvimos TODO para hacer lo que debíamos, abandonamos la tarea?
El tiempo es ahora, con un estado que acumula riqueza, como gigante egoísta; con necesidades sociales crecientes; con un sistema político sólo sustentado por la minoría y por una situación de ineficiencia y corrupción que no tenemos por que seguir ocultando y avalando.
Si no empezamos ahora esa tarea, nos pasará como a las vírgenes necias y cuando busquemos el apoyo popular, nos preguntarán, con toda justicia: ¿Y ustedes donde estaban?
Debemos estar hoy, retomando el camino de la tarea que alguna vez prometimos: LOGRAR LA LIBERTAD PARA TRABAJAR POR LA JUSTICIA SOCIA
Santiago, Abril 15 de 2008.
Gabriel Ascencio M.
Durante los años de dictadura era usual que nos juntáramos, los que luchábamos, suponiendo lo que queríamos hacer por el país, una vez que lográramos derrotar a Pinochet.
En general poníamos el acento en las libertades individuales, recordando la vieja frase del Presidente Frei Montalva, “cuando nos den a elegir entre la libertad y el pan, elegiremos la libertad, para seguir luchando por el pan”. Y nos alentaba la enseñanza del querido Renán Fuentealba (padre), con su insistencia de la obligación de los cristianos en política para luchar por la justicia social, como imperativo esencial de la política del Partido Demócrata Cristiano.
Y aquí estamos, habiendo conquistado la libertad. ¿Y la Justicia Social? Esa relación de justicia entre los que tienen más y los que tan poco pueden, ¿qué hemos hecho?
Ese debe ser el primer elemento de nuestra reflexión, luego de 18 años de gobierno. Finalmente nos juzgarán por ello. La conquista de la democracia, con todas sus imperfecciones pasará a segundo lugar. Los chilenos nos preguntarán, más temprano que tarde, por nuestra promesa de justicia…y la respuesta no será fácil.
Rol de la DC
En este marco, la DC colabora a una alianza de gobierno que ha durado incluso mas que los mas entusiastas cálculos iniciales. La mantención del sistema binominal ha ayudado a que esto sea así., Tal vez por ello nuestro partido no ha estado nunca tan entusiasmado con que se provoque su modificación. Y que decir de los parlamentarios, que nos beneficiamos de su mantención.
Pero claro, la promesa era otra. La DC sería la impronta cristiana en la alianza política; dicho de otro modo, sería la que impulsaría las transformaciones hacia una sociedad donde el valor de la persona humana fuera el centro de la preocupación de las instituciones de la república.
¿Dónde se representa hoy la impronta DC en la gestión de gobierno?
No es fácil la respuesta. Si revisamos la prensa de los últimos meses, es difícil encontrar la voz oficial de la DC en temas relevantes de la actividad nacional; mas bien se nos percibe como un grupo de ávidos ansiosos de poder. “Ahora nos toca”; “tenemos el mejor derecho”; “la DC no resiste otro gobierno que no lo dirija uno de los nuestros”, etc., es lo mas frecuente de nuestras declaraciones. ¿Y la promesa de justicia social? Aún espera.
Logros de los gobiernos
¿Cómo debemos medir los logros del gobierno?
Cada vez que preguntamos de esto, nos quieren llenar de cifras: que la construcción de carreteras; que los puertos; que el incremento de las exportaciones; que los TLC, etc.
Y de nuevo, ¿y la justicia social?
Ya sabemos, somos uno de los veinte países con peor distribución del ingreso del mundo. ¿Esa era la promesa?
Que se ha triplicado la inversión en educación: Es cierto, pero siguen habiendo 500 escuelas unidocentes, claro, en las zonas mas pobres, donde los niños estudian en la misma sala, desde primero a sexto básico, todos juntos, con un solo profesor.
Muy importante los TLC, para exportar, sobre todo productos primarios. ¿Y los trabajadores del sector agrícola?
La mujeres temporeras siguen ganando 5 o 6 mil pesos por día, IGUAL QUE HACE DIEZ AÑOS, deben hacer pichí en las acequias y comer en el suelo. ¿Esa era la promesa?
Por lo menos no para algunos, no era eso lo que nos motivaba a salir a las calles, no en los finales de los ochenta, sino inmediatamente después del 73.
¿Saben ustedes, camaradas, que durante el gobierno del Presidente Lagos, las grandes empresas del país DUPLICARON su patrimonio?
Que lata, el primero que lo denunció fue el Senador Longueira.
¿Y cuantos microempresarios o pequeños empresarios corrieron igual suerte?: ninguno, por cierto. ¿Y la justicia social? Muy bien, gracias.
Y seguimos escuchando a nuestros ministros de hacienda, jactanciosos, por las cifras de crecimiento de los negocios, por ejemplo del retail, donde los niños pobres trabajan por la propina, en los supermercados, debiendo luego, durante una hora, limpiar los locales, ahorrando a estos “empresarios exitosos” incrementar brutalmente sus utilidades. ¿Y la justicia social? Mucho pedir. ¿Y la justicia laboral entonces?, aquella que impide el trabajo infantil. Tampoco. ¿Y el rol de la DC al respecto?
Y resulta que tenemos, como nunca, treinta mil millones de dólares ahorrados en el extranjero. ¿Para qué? Para cuando tengamos necesidad de divisas. Dicho de otro modo, hoy no tenemos necesidades. Claro, nosotros no las tenemos, pero ¿y los que están fuera de nuestra burbuja? Bueno, ellos están afuera. ¿Y la promesa? Desde aquí ya no se escucha.
“Enclaustramiento de la política”
Con una perspectiva como la que hemos señalado, es evidente que la actividad política se ha ido enclaustrando; los chilenos que participan son cada vez menos; el envejecimiento del padrón electoral es abismante; la huida de los jóvenes hacia otras formas de expresión es masiva y, todavía no escuchamos el mensaje. Seguimos convencidos que sólo importan nuestras propias opiniones y, lo que es peor, nuestras propias preocupaciones, mucho mas cercanas a las conveniencia que al sentido de bien común. (Que concepto mas raro, a estas alturas).
Todos los partidos se achican, en consecuencia. Pero tal vez el nuestro sea el único que se achica por propia vocación.
Las diferencias internas se zanjan con expulsión de un senador, (el 17% de la bancada) y se presiona, hasta alejar a casi el 25% de la bancada de diputados, a los cuales tratamos de la peor forma, por no votar como nosotros quisiéramos, después de haberlos ninguneado, incluso con grosería. Claro, es mejor aliarse con la derecha, incluso dándole el liderazgo en derechos humanos, al interior de la Cámara de Diputados. Que raro, al senador se le expulsó usando como argumento entendimientos con la derecha.
¿En que nos vamos convirtiendo entonces?
En un club cerrado, sin convivencia ni aceptación de ninguna opinión fuera de la ortodoxia; aunque ello nos disminuya. Pero no importa, si somos menos, tenemos mas “poder pér cápita”, como se atreven a decir algunos, con particular desenfado.
Solo ello importa.
Y esto no solo daña al partido, también al gobierno. Este sectarismo y mezquindad permitirá que el gobierno no cuente con mayoría en ninguna de las dos ramas del congreso en la mitad de su período. Y aumentará la sensación de deterioro, que acompaña el fortalecimiento de la oposición.
Todo por poner la ambición personal por sobre los intereses colectivos. El partido al servicio de las aspiraciones de sus dirigentes. ¿Qué nos diría Don Bernardo si nos pudiera ver? O el maestro Castillo. Dios quiso que no tuvieran la oportunidad de ver este horror. Gracias a Dios.
Lo peor, es que tanto esfuerzo miserable puede terminar en nada. Surgida otra opción, que ya aparece, disminuyendo el oráculo sacrosanto de las encuestas, no nos quedará nada, salvo la persistencia en que “ahora nos toca”
Y ello tratará de ser impuesto, aunque nuestro Congreso nacional haya dicho otra cosa, que deben haber primarias para legitimarse.
Que importa el Congreso, si ya lo escamoteamos, en educación, en regionalización, en acuerdos sobre el rol de la mujer, EN TODO. Escamotear ahora un simple mecanismo, será juego de niños.
Disminución del rol del Congreso
Desde el punto de vista institucional, la Cámara de Diputados tiene, entre sus funciones esenciales, fiscalizar los actos de los funcionarios públicos. Ese rol se ha deteriorado notablemente. Por una parte, quienes somos parlamentarios oficialistas nos negamos ha ejercerlo, suponiendo que con ello “le hacemos un daño al gobierno” y, los parlamentarios de oposición intentan cumplir la función, obstruida por nosotros, lo cual politiza, por uno y otro lado una responsabilidad que debiera ser esencial en nuestro quehacer cotidiano.
El caso mas notable de esto es la acusación a la Ministra de Educación, que se ha tramitado en estos días.
Desde el gobierno y el oficialismo se impele a los parlamentarios a actuar “en conciencia” y en base a los méritos de la presentación.
Dicho en castellano real, a que voten de acuerdo a la interpretación oficial pues, si alguien se forma la convicción, “en conciencia”, luego de analizar los méritos y tiene una opinión distinta, entonces es execrable; digno de reproche y, por cierto, sometido a sanciones y amenazas.
¿Con que autoridad moral entonces interpelamos a los demás a actuar en conciencia, si no permitimos que ninguno de los nuestros lo haga?
Así, la actividad en el congreso pasa a ser, para los parlamentarios oficialistas una mera caja de resonancia de las necesidades u opiniones del ejecutivo.
Perdida de la capacidad de representación de los partidos
De este modo, seguimos dañando la actividad política y entregando el peor mensaje a quienes se alejan cada vez mas de esta forma de representación.
Que lejana suena la enseñanza de Maritain respecto al rol de representación “entre el hombre y el estado” que le cabe a los partidos políticos y a sus representantes.
Nada de eso queda en pie. Solo vale el interés de corto plazo. La convicción y la verdad, a segundo plano. El correcto uso de los recursos del estado, depende: si están involucrados mis parientes, mis camaradas o los de mi lote, hay que hacer la vista gorda, utilizando todos los argumentos para desvirtuar la verdad, incluso usando para ello la vil mentira, o campañas de opinión tan repudiables como las de aquellos regímenes totalitarios, a los que antes nos oponíamos.
Es válido preguntarnos a esta altura a quién representamos. La respuesta fácil es “a la DC”, “a los camaradas”. Qué lástima, cada vez que escuchamos esto.
Antes queríamos representar al país entero, o, por lo menos a las mayorías que nos necesitaban. Como le gustaba decir a Tomic, éramos “la espada y el escudo de los pobres”
Hoy hemos terminado siendo la espada de los grupos de poder y el escudo de los poderosos. Que vergüenza.
Por nuestra narices desfilan los estudiantes pobres, sin ayuda ni perspectiva; los trabajadores contratistas, explotados incluso por empresas del estado; los pobladores que no pueden pagar dividendos que servirían para comprar dos o mas viviendas que la que alguna vez adquirieron; los micro y pequeños emprendedores, sin ayuda de nadie; las mujeres pobres, que quieren tener sexo igual que las mujeres pudientes; las minorías de todo tipo, marginadas y discriminadas; los papás y mamás que ya no ven a sus hijos, pues trabajan diez o doce horas y se trasladan dos o tres mas, con la humillación de un sistema de transporte que ayudamos a crear; los trabajadores del campo, que alguna vez creyeron que les devolveríamos su dignidad y que hoy retroceden a formas de trabajo propias de la edad media; en fin, todos los postergados “del sistema”, que hemos transformado en el principal referente de nuestra política y que defendemos como un fetiche intocable, aunque las grandes mayorías sean mas víctimas que actores.
¿Y la promesa de que esto no sería así? ¿Y la Justicia Social?
Nada. Haya que cuidar el modelo.
Otro decía: “hay que cuidar a los ricos, pues ellos generan la riqueza”? ¿Se acuerdan? Por lo menos era mas honesto, o mas burdo, si se quiere. Pero nosotros encubrimos lo que nos da vergüenza. Y queremos conformar a los que miran el banquete, con la promesa que eso es lo mejor para ellos…en el futuro. Siempre en el futuro.
Agudización de la ineficiencia para gobernar y aumento de la corrupción
Durante los tres primeros gobiernos de la concertación, se nos dijo, con insistencia, que los avances sociales debían ser graduales, para no afectar “los equilibrios macroeconómicos”, sentencia repetida como monserga, incluso por los que todavía no saben lo que ello significa.
Hoy tenemos un aumento explosivo de la inflación; crecimiento alrededor del 4%; tipo de cambio en el piso y, miles de millones de dólares en el exterior.
Es decir, no tenemos un buen récord en materia macroeconómica; estamos llenos de plata y no podemos, como estado ir en ayuda de los que mas lo necesitan, claro, salvo algunas migajas; lo grueso está reservado para otros sectores.
Aceptemos que no se pueden incorporar a la economía una gran cantidad de dólares, de una vez. ¿Y por qué no entonces miles de becas, al extranjero, para alumnos pobres y capaces? Los dólares se gastarían entre cuatro y cinco años y, además, con pago en el exterior.
¿O un programa de mediano plazo, para terminar con los allegados y financiar las necesidades de los deudores hipotecarios?
¿O incentivos reales, que vayan a potenciar el sector de microempresarios? Pero de verdad, no con iniciativas que todos saben que son retórica para ese sector y SIEMPRE una certeza para los medianos y grandes.
Pero claro, aquí chocamos con la ideología gobernante: el neoliberalismo llevado a sus últimas consecuencias.
¿Qué tiene esto que ver con nosotros, o con lo que alguna vez le ofrecimos al pueblo?
¿O con lo que cada vez salimos a decir en las campañas?
Nada por cierto, nada de nada.
Y nos quieren convencer que así se gobierna con eficiencia. Jamás se gobernará con eficiencia si los frutos del desarrollo favorecen tan desigualmente a ricos y a pobres. Y en “nuestros” gobiernos esta es una realidad que no se puede seguir escondiendo.
Allí están los de las sillas musicales, que ahora han ampliado el abanico de sillas, haciendo llegar el trencito hasta las empresas privadas. Allí van, de un sector a otro, con tanta impudicia como información privilegiada.
¿Y acaso, no era incompatible servir a dos señores?
Ahora no, eso está pasado de moda.
Entonces, abandonados ya los principios colectivos, también se puede abandonar la ética individual.
Y asistimos todos los días a nuevas informaciones acerca de la falta de probidad de nuestros funcionarios, entre ellos, tan “distinguidos camaradas”.
Entre “desorden administrativo”, “desprolijidad”, falta de controles, etc. queremos esconder una verdad que ya no se puede ocultar. La corrupción en el aparato público es mucha mas que la que queremos aceptar. Y creemos, de manera vana, que escondiendo la verdad ayudamos al gobierno.
Nada mas absurdo. Pero sobre todo, nada mas lejano de la ética de servicio que alguna vez dijimos tener.
Todos los regímenes que se encapsulan terminan en las peores formas de corrupción, sobre todo cuando no hay una fuerza moral dispuesto a enfrentar la verdad. Hoy no lo hacemos e inventamos cuanto subterfugio encontremos a la mano para no reconocer la realidad.
Y como en toda tragedia griega, avanzamos inexorablemente hacia un final dramático, que conocemos como tal, pero que nos negamos a reconocer, mientras creamos estar, en lo individual, a cubierto de sus consecuencias.
No es posible seguir amparando y participando de esa repudiable conducta de manada, que se transforma en mafiosa, si mafiosa, cuando la conocemos y la ocultamos, para protegernos recíprocamente. Y cuando amenazamos a aquel que no está dispuesto a seguir el rebaño.
Esto no es aceptable.
No es aceptable la apelación a una disciplina que nace de la necesidad de ocultar la verdad.
No es aceptable una disciplina que solo busca encubrir al corrupto.
No es aceptable una disciplina para esconder el mal uso de los recursos que el estado tiene destinado a las necesidades de los mas pobres.
Ya no mas.
Como siempre: vuelta al origen
¿Qué hacer?
Tal vez, como siempre, volver al origen.
A releer al maestro Castillo y recordar que este partido alguna vez quiso ser un Partido de Vanguardia. No de centro, administrador del status quo.
Y recordar:
Que gobernamos para hacer “una revolución en libertad”; que nos enfrentamos a la oligarquía de derecha para “devolver la dignidad de los campesinos”.
Que nuestros mayores, dejaron los pies en la calle, organizando al pueblo, no aplaudiendo la represión cuando los pobres protestan, como hacemos hoy.
Que iniciamos un programa de anticoncepción, HACE CUARENTA AÑOS, mas progresista que el que hoy quieren nuestros dirigentes conservadores.
Que dijimos que la alegría venía; que había que gobernar con equidad; que tendríamos “gobierno ciudadano”.
En fin, si recordamos todo esto y nos da algo de pudor, entonces todavía hay esperanza.
Pero si como ocurre hoy, nos seguimos engañando, creemos que vivimos en país que pinta el ministro de hacienda y el discurso oficial; entonces las mayorías postergadas tendrán que entender que ya no cuentan con nosotros.
Esa es la realidad de hoy.
Es posible una derrota, en parte buscada
La probabilidad que seamos derrotados en la próxima elección presidencial es una realidad que no podemos seguir soslayando.
Hemos realizado todo lo necesario para que ello ocurra.
La Democracia Cristiana, como todo partido, debe trascender a los gobiernos, incluso a los que ayuda a sustentar. Nuestra misión va mas allá del ámbito temporal del gobierno de turno.
Es posible entonces que el pueblo nos ponga en la oposición.
Y allí querremos desplegar las banderas de la Justicia Social, como aspiración “de lo que se debe hacer”, pero que si no lo iniciamos hoy, no seremos creíbles.
¿Por qué nos creerán, si cuando tuvimos TODO para hacer lo que debíamos, abandonamos la tarea?
El tiempo es ahora, con un estado que acumula riqueza, como gigante egoísta; con necesidades sociales crecientes; con un sistema político sólo sustentado por la minoría y por una situación de ineficiencia y corrupción que no tenemos por que seguir ocultando y avalando.
Si no empezamos ahora esa tarea, nos pasará como a las vírgenes necias y cuando busquemos el apoyo popular, nos preguntarán, con toda justicia: ¿Y ustedes donde estaban?
Debemos estar hoy, retomando el camino de la tarea que alguna vez prometimos: LOGRAR LA LIBERTAD PARA TRABAJAR POR LA JUSTICIA SOCIA
Santiago, Abril 15 de 2008.
Gabriel Ascencio M.
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